Este es el cuadro de Domenico Ghirlandaio, titulado "Cenáculo de Todos los Santos", que incluye el fragmento que ilustra la cubierta de "DO FUIR".
En el anterior volumen de su Diario, "Los Hemisferios de Magdeburgo", Andrés Trapiello traza un retrato magistral de uno de sus enemigos recalcitrantes con sólo dos o tres pinceladas. Ni siquiera lo nombra pero sus palabras son como alfileres que lo fijan en la retina del lector. Se trata, seguramente, de Sánchez Ostiz, que aún lo sigue "ostizgando" hasta en las bitácoras ajenas, como la de Arcadi Espada.
En "Do Fuir" leemos el retrato de otro autor, entonces casi desconocido, al que tampoco nombra ni esconde detrás de una de sus X. Se trata de Juan Manuel De Prada.
Trapiello está en Salamanca, en la primavera de 1995, dando una conferencia a la que acudieron unas quince o veinte personas.
He aquí lo que dice (págs. 298-299):
"(...) Al final se presentó un muchachote gordo, del tipo pícnico, de caderas anchas y desfondadas nalgas, con cara bovina y unas gafas de montura negra que tenía que empujarse con un dedo continuamente hacia arriba, porque se le deslizaban por la nariz, corta e incorrupta. Muy despierto, con esa listeza de los que vienen a este mundo sin padrinos. Fue él quien lidió por mi cuando en el coloquio se armaron los rifirrafes sobre la guerra civil. Pegó cuchilladas a uno y otro lado y dejó despejado el campo. Tendría que llevarse uno a las conferencias un matasiete así. Al final, cuando salió todo el mundo, se acercó a la mesa. Parecía nervioso, y por eso sudaba, digo yo. Y como sudaba, las gafas se le caían. Sin importarle que M.B. estuviese delante, cebó el incensario y me juró, embarcado en el turiferio, que no solamente yo era su ídolo completo, sino uno de los escritores más grandes que hay en España en el momento actual, y aun del siglo y de Europa. (...)
Naturalmente me acorde de inmediato de X, cuando llegó de Málaga. Dijo lo mismo. Te admiro mucho. Entonces se da uno la vuelta y al rato empieza a tener ciertas molestias en la espalda. Se ausculta como puede esa región, y sus manos tropiezan con el puñal que le han clavado hasta la empuñadura en el espacio intercostal. Así es que lo mejor será no perderle la cara, y en cuanto a los oídos, tapárselos uno con cera, como Ulises."
Como dije, estas lineas están escritas en 1995 y publicadas en 2000. Yo las he leído seis años después; me pregunto si el tiempo ha jugado a su favor o en su contra y si lo que escribió originalmente en su diario en 1995 es lo mismo que lo que trascribió en 2000 cuando Juan Manuel de Prada pasó en esos años de ser un autor desconocido cuando publicó "Coños" -un homenaje a "Senos", de Ramón Gómez de la Serna- a ser un novelista consagrado después de publicar "Las máscaras del héroe" (1996), y ganar el Premio Planeta, al año siguiente, con "La Tempestad".
Felipeángel (c)
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