Ayer leí, en la edición impresa de 20Minutos, una carta que tiene bastante relación con la entrada que escribí el 5 de enero pasado. Se titula "Mal en Conde Duque", y la firma Luis B. Jordan.
Dice así:
"El día 6 fui al Conde Duque a visitar las exposiciones. Lo primero que encontré fue a tres empleados de seguridad en el control de acceso fumando compulsivamente. Tras varias visicitudes, fui a la primera muestra, donde se me acercó un funcionario y me espetó, en actitud chulesca, que la cartera de mano debía dejarla en las taquillas.
"El día 6 fui al Conde Duque a visitar las exposiciones. Lo primero que encontré fue a tres empleados de seguridad en el control de acceso fumando compulsivamente. Tras varias visicitudes, fui a la primera muestra, donde se me acercó un funcionario y me espetó, en actitud chulesca, que la cartera de mano debía dejarla en las taquillas.
Volví e hice lo que me ordenó, aunque nadie me advirtió de ello ni existe cartel alguno que lo indique, pero consciente de que estaba en un cuartel acaté la jerarquía sin rechistar (uno ha hecho la mili). Luego me dirigí a un sótano (¿antiguo calabozo?) donde tenían confinadas parte de las pertenencias de don Juan Negrín. Una vez dentro creí que no habían encendido la luz, la iluminación era paupérrima. A la derecha aparecían unas señoritas sentadas, en animadísima conversación con un vigilante y en tono alto, contrastando con el tono casi monacal que teníamos los visitantes. ¿Sería menester pedirles a los del Conde Duque un poco de respeto y más profesionalidad para con los bienes que custodian y los ciudadanos que pagamos los impuestos?."
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