miércoles, febrero 21, 2007

LA ESTACION FANTASMA

Ayer, por fin, vi luz en la estación fantasma de Chamberí. Era muy tenue y apenas si se veía una malla a lo largo de todo el andén. He pasado tantas veces en metro por allí, pegando los ojos a los cristales de las puertas y haciendo pantalla con las manos para poder verla, apenas unos segundos, que esta sola novedad, la de la luz que se apagó, definitívamente, en sus pasillos y andenes el 21 de mayo de 1966 ha dado al viaje una nueva y grata significación.
Los detalles de su cierre son conocidos. La estación de Chamberí formaba parte de las ocho paradas iniciales de la primera linea de metro de Madrid - Puerta del Sol-Cuatro Caminos-, inaugurada por Alfonso XIII el 17 de octubre de 1919; a saber: Sol, Red de San Luis, Hospicio, Bilbao, Chamberí, Martínez Campos, Rios Rosas y Cuatro Caminos. La capital contaba, por entonces, con unos 600.000 habitantes y el billete valía 15 céntimos.
Con el paso del tiempo y el aumento de viajeros, decidieron incorporar trenes de 6 coches que obligaban a agrandar los andenes de los 60 metros iniciales a 90.
Al estar la estación de Chamberí a 223 metros de Iglesia y 310 de Bilbao, decidieron cerrarla porque, en unos recorridos tan cortos, no les daba tiempo a los trenes a coger velocidad.


Y allí nació la leyenda porque tapiaron las bocas de entrada pero dejaron todo tal cual, los anuncios de la Coca-cola pegados en las paredes, los billetes tirados en el suelo, las papeleras con desperdicios y los pasillos con fantasmas. Dicen que son los espectros de los monjes del antiguo y derruído convento de la Merced, que los obreros encontraron sus esqueletos al escavar los túneles, pero que no sabían qué hacer con éllos porque no había tocacojones, por entonces, y decidieron enterrarlos debajo de lo que serían los andenes.

Así ha permanecido casi cuarenta años hasta que los graffiteros le encontraron el gusto a pintar entre tinieblas y el alcalde la ocasión para convertirlo en un museo capitalino más .
Dicen que nunca hubo ratas ni telarañas; sólo polvo y olvido.Pudimos verla una vez de un modo diferente, con personas sin casa durmiendo en sus andenes. Aparece la escena en la película "Barrio"(1998), de Fernando León, y me recordó las fotos de la guerra, cuando las profundidades de la red del metro eran el mejor refugio antiaéreo contra las bombas.

Felipeángel (c)


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