viernes, mayo 30, 2008

A DOS VELAS


El Congreso de los Diputados aprobó el pasado martes, 27 de mayo, la subida del recibo de la luz con 168 votos a favor y 147 en contra.
Votaron a favor de ese 11% de nada, que diezmará nuestros salarios un poquito más, los que se dicen representantes de la izquierda: PSOE, Izquierda Unida y Esquerra Republicana, y lo hicieron en contra, los diputados del PP, del PNV, del BNG y Rosa Díez.
A esta subida desproporcionada e insolidaria hay que añadir la desaparición de la tarifa nocturna que, en muchos casos, supone un cambio de los viejos acumuladores por otros con termostatos, para adaptar su consumo a los nuevos tramos horarios.
Algunos opinan que la diferencia entre lo que viene pagando el consumidor ahora y lo que terminará haciéndolo a partir del mes de julio, será de un 45% más, otra minucia insignificante para esos partidos progresistas que aprueban tarifas reaccionarias.
Ante este derroche de generosidad, las Compañías Eléctricas sólo pueden estar frotándose las manos, ya que, al beneficio obtenido durante el año 2007 por las cuatro grandes -Endesa, Iberdrola, Unión Fenosa y HC Energía- de 6.214 millones de euros, un 14´5 % más que en el ejercicio anterior, habrá que sumarle todo lo que van a sacarnos a los consumidores con el tarifazo.
Como no hay crisis económica, ni sube el euribor, ni existe la inflación para qué van a convocar los Sindicatos, que se dicen de clase, o las Asociaciones de Vecinos, manifestaciones de protesta contra el coste de la vida. No vale la pena. Es mejor dejar al país sumido en el ritmo hipnótico del chiki-chiki, protestar porque el equipo de tus amores baja a segunda, o sentirse solidario con los que viven a miles de kilómetros de nuestros problemas. Al fin y al cabo es un partido de izquierdas el que llegó al Gobierno en las pasadas elecciones y hay que apoyar su política de dejar al conjunto de los trabajadores a dos velas mientras sube el paro, la ignorancia y los síntomas de la depresión.
Si nadie lo remedia, volveremos al brasero de la mesa camilla y, entonces, recordaré mis años de crío, cuando iba a por la lumbre al horno de la tahona y mi madre me esperaba, con el cisco y la badila, en el patio, junto al pozo.
Por las noches, de cuando en cuando, había que remover las brasas, y si había tormenta y se iba la luz, sacábamos las palmatorias y las velas. Las llamas de los pabilos atraían el relato de las viejas historias. Teníamos cabrillas en las piernas y frio en las espaldas; afuera llovía y nosotros nos sentíamos protegidos al abrigo del calor de nuestra digna pobreza.

Felipeángel (c)

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