LA TINTA DE LOS SUEÑOS
Para empezar hay que entender que estas lineas las escribo con la tinta de los sueños; por lo tanto, puede ocurrir que las letras se borren de improviso al hacer contacto con esa niebla interior que nos a l e j a de la REALIDAD nada mas dormirnos, o que, enfermadeprecipitaciónodemiedosejuntenatropelladamente en este AuToBúS literario, o bien que se revuelvan o cambien la posición exacta que en la frase les corresponde, o que, apresadas en el texto, las palabras no revelen su verdadero significado porque proceden de esa parte obscura de la mente que ni nosotros mismos conocemos aún.
Estas lineas no tienen coloresss porque el inconsciente no soporta el arco iris de la perfección ni el vergajo de la lógica; por eso mismo se mueven en la espuma de un oleaje de grises, o en la fronda salvaje de los matorrales negros de la tipografía.
Estas lineas son un tren-con-su-tacatá-infantil-levantando-las-letras, tienen la muy distinguida forma del mercurio sonámbulo; a veces me recuerdan el vuelo raso de las golondrinas pero pueden también inventarse de pronto un caos de formas quebradas para invadir la noche de papel y sus refugios, la cama-tintero y la lámpara-pluma.
Con la tinta de los sueños la caligrafía es de ciempiés; las palabras nunca revelan la velocidad de su pulso y el texto resultante es un mendigo enfermo que busca el acomodo de los cartones y la borrachera de los libros en una noche, casi siempre en vela, y con el cuerpo adobado con la miel de sus orines.
Estas lineas y esta tinta se encuentran así, cada cierto tiempo, como dos novios sin escuela , huyendo del ruido que producen los batanes de la máquina de escribir, pero aceptan de buen grado la transcripción tipográfica porque tienen, como todos, sus afinidades electivas y, en su fuero interno de amour fou, aprecian más la cercanía que el d i s t a n c i a m i e n t o, el pequeño presagio de códice prohibido que la modernidad y la tecnología.
Estas lineas, sin embargo, a veces se me duermen dentro del sueño que las provoca y, aunque imaginé que las escribía con una tinta sedante, se me olvidó inventar un remedio para curarlas de la enfermedad que las mantiene dormidas, dormidaszz, dormidazzzz, no sé yo si para siempre.
Felipeángel(c)
Estas lineas no tienen coloresss porque el inconsciente no soporta el arco iris de la perfección ni el vergajo de la lógica; por eso mismo se mueven en la espuma de un oleaje de grises, o en la fronda salvaje de los matorrales negros de la tipografía.
Estas lineas son un tren-con-su-tacatá-infantil-levantando-las-letras, tienen la muy distinguida forma del mercurio sonámbulo; a veces me recuerdan el vuelo raso de las golondrinas pero pueden también inventarse de pronto un caos de formas quebradas para invadir la noche de papel y sus refugios, la cama-tintero y la lámpara-pluma.
Con la tinta de los sueños la caligrafía es de ciempiés; las palabras nunca revelan la velocidad de su pulso y el texto resultante es un mendigo enfermo que busca el acomodo de los cartones y la borrachera de los libros en una noche, casi siempre en vela, y con el cuerpo adobado con la miel de sus orines.
Estas lineas y esta tinta se encuentran así, cada cierto tiempo, como dos novios sin escuela , huyendo del ruido que producen los batanes de la máquina de escribir, pero aceptan de buen grado la transcripción tipográfica porque tienen, como todos, sus afinidades electivas y, en su fuero interno de amour fou, aprecian más la cercanía que el d i s t a n c i a m i e n t o, el pequeño presagio de códice prohibido que la modernidad y la tecnología.
Estas lineas, sin embargo, a veces se me duermen dentro del sueño que las provoca y, aunque imaginé que las escribía con una tinta sedante, se me olvidó inventar un remedio para curarlas de la enfermedad que las mantiene dormidas, dormidaszz, dormidazzzz, no sé yo si para siempre.
Felipeángel(c)
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