Hace unos pocos meses Telemadrid emitió un reportaje sobre el paro en el que un padre de familia se quejaba, amargamente, de que se habían acabado los asaditos y a su cocina volvían los pucheros de legumbres. Ese comentario me pareció el paradigma de la situación actual, en la que algunas personas, que vivieron como nuevos ricos, se avergüenzan ahora de su condición de proletarios.
Yo no me avergüenzo de ella; es más, me siento orgulloso y reivindico todo el amplio muestrario de alimentos que va unido a su devenir histórico. Quien olvida los platos de judías de su infancia, o las lentejas con chorizo, o los potajes de garbanzos, o el cocido madrileño, que tanta hambre han sofocado en este país, se está olvidando de uno mismo y de sus raíces.
Un buen ejemplo poético que encumbra y engrandece a estos alimentos, a pesar de ser denostados por unos y por otros, lo encontramos en la Enciclopedia de Extravagancias "La Risa", una publicación de Wenceslao Ayguals de Izco, que logró sacar 75 números desde el 2 de abril de 1843 al 15 de septiembre de 1844.
Abrió el fuego, en el primer número, el poeta Juan Martínez Villergas, con la "Oda a las patatas". Dice así:
No las lides pretendo
celebrar de Austerlitz y de Lepanto,
ni de Roma el estruendo;
yo que de eso no entiendo
la gloria y prez de las patatas canto.
Y no en contrario pague
esa que grey se nombra de Castilla,
no espero que me impugne,
ni crea le repugne
la que ha venido a ser su comidilla.
Porque alusión recela
dirá mas de un señor que no las cata;
yo digo que no cuela,
que lo cuente a su abuela
porque a mí no me meten la patata.
Bien haya a los que hallaron
de América el rincón pingüe tesoro,
que audaces explotaron,
y al regresar surcaron
olas de plata y borbollones de oro.
Bien haya a los que hicieron
romería tan larga viento en popa,
y en la región que hindieron
la mina descubrieron
que de patatas inundó la Europa.
Pues dionos más consuelo
(dice un autor) que el oro y que la plata,
quien con humano celo
al europeo suelo
la mina trasplantó de la patata.
Del hambre al fiero estrago
las masca el rico, el rey, ¿quien dijo miedo?
y en su elocuente amago
igualan al monago
con el mismo Arzobispo de Toledo.
!Oh! sin su prodigiosa
y alta influencia que a pintar no acierto,
en esta era famosa
fuera una misma cosa
quedar cesante y repicar a muerto.
Sabroso, no es lisonja,
y fruto el más barato del mercado,
el estómago esponja
del ex-fraile, la ex-monja,
la huérfana, la viuda, el retirado.
Y es tal su baratura
que todo bicho en ello echa bravatas,
diciendo a quien se apura:
"no hay miedo, criatura,
venga a mi choza y comerá patatas.
Por la voz acabada
en eira como Ojeira, Beira y Neira,
Galicia es señalada
pero es más celebrada
por la gaita chillona y la muñeira.
Nombre La Mancha alcanza
entre ciertas y ciertas maravillas
por su héroe Sancho-Panza,
y la española danza
que llamamos manchegas seguidillas.
Mas también fama y mucha
les da su patatar, respondo a ciegas;
o decida en la lucha
Madrid que tanto escucha:
!A dos cuartos manchegas y gallegas!
Igual, bien comparadas,
a las mujeres son, doy datos fijos:
pálidas o encarnadas,
panzudas o estrujadas,
doncellas la mitad y otras con hijos.
Nadie hay que más insista
en ser cual yo tan partidario de ellas,
la causa está a la vista:
probable es que consista
en que me saben bien éstas y aquéllas.
Plantas las dos del suelo
que al ardiente apetito desafían,
guardan con denso velo
un corazón de hielo,
pero entrando en calor tarde se enfrían.
Furioso las embisto (1)
fritas, asadas, con arroz, calientes;
ya guisadas, ya en pisto,
pero en tortilla !ay, Cristo!
me hacen de gusto tiritar los dientes.
Si llega a mis oídos
el son de la sartén sobre la hornilla,
parezco a los partidos
que en viéndose vencidos
desean que se vuelva la tortilla.
Tanto al amor convida
hoy la patata, que decirse debe
con el alma y la vida,
que es la flor escogida
de este pensil del siglo diecinueve.
Yo las estoy gastando
con tanta profusión que tengo un censo,
comiendo o almorzando,
cenando o merendando,
y tanto, en fin, en las patatas pienso
que si en bailes me veo,
mejor que a las de Straus dulces sonatas,
pegar brincos deseo
al viejo martilleo
del venerable vals de las patatas.
(1) A las patatas se supone.
Yo no me avergüenzo de ella; es más, me siento orgulloso y reivindico todo el amplio muestrario de alimentos que va unido a su devenir histórico. Quien olvida los platos de judías de su infancia, o las lentejas con chorizo, o los potajes de garbanzos, o el cocido madrileño, que tanta hambre han sofocado en este país, se está olvidando de uno mismo y de sus raíces.
Un buen ejemplo poético que encumbra y engrandece a estos alimentos, a pesar de ser denostados por unos y por otros, lo encontramos en la Enciclopedia de Extravagancias "La Risa", una publicación de Wenceslao Ayguals de Izco, que logró sacar 75 números desde el 2 de abril de 1843 al 15 de septiembre de 1844.
Abrió el fuego, en el primer número, el poeta Juan Martínez Villergas, con la "Oda a las patatas". Dice así:
No las lides pretendo
celebrar de Austerlitz y de Lepanto,
ni de Roma el estruendo;
yo que de eso no entiendo
la gloria y prez de las patatas canto.
Y no en contrario pague
esa que grey se nombra de Castilla,
no espero que me impugne,
ni crea le repugne
la que ha venido a ser su comidilla.
Porque alusión recela
dirá mas de un señor que no las cata;
yo digo que no cuela,
que lo cuente a su abuela
porque a mí no me meten la patata.
Bien haya a los que hallaron
de América el rincón pingüe tesoro,
que audaces explotaron,
y al regresar surcaron
olas de plata y borbollones de oro.
Bien haya a los que hicieron
romería tan larga viento en popa,
y en la región que hindieron
la mina descubrieron
que de patatas inundó la Europa.
Pues dionos más consuelo
(dice un autor) que el oro y que la plata,
quien con humano celo
al europeo suelo
la mina trasplantó de la patata.
Del hambre al fiero estrago
las masca el rico, el rey, ¿quien dijo miedo?
y en su elocuente amago
igualan al monago
con el mismo Arzobispo de Toledo.
!Oh! sin su prodigiosa
y alta influencia que a pintar no acierto,
en esta era famosa
fuera una misma cosa
quedar cesante y repicar a muerto.
Sabroso, no es lisonja,
y fruto el más barato del mercado,
el estómago esponja
del ex-fraile, la ex-monja,
la huérfana, la viuda, el retirado.
Y es tal su baratura
que todo bicho en ello echa bravatas,
diciendo a quien se apura:
"no hay miedo, criatura,
venga a mi choza y comerá patatas.
Por la voz acabada
en eira como Ojeira, Beira y Neira,
Galicia es señalada
pero es más celebrada
por la gaita chillona y la muñeira.
Nombre La Mancha alcanza
entre ciertas y ciertas maravillas
por su héroe Sancho-Panza,
y la española danza
que llamamos manchegas seguidillas.
Mas también fama y mucha
les da su patatar, respondo a ciegas;
o decida en la lucha
Madrid que tanto escucha:
!A dos cuartos manchegas y gallegas!
Igual, bien comparadas,
a las mujeres son, doy datos fijos:
pálidas o encarnadas,
panzudas o estrujadas,
doncellas la mitad y otras con hijos.
Nadie hay que más insista
en ser cual yo tan partidario de ellas,
la causa está a la vista:
probable es que consista
en que me saben bien éstas y aquéllas.
Plantas las dos del suelo
que al ardiente apetito desafían,
guardan con denso velo
un corazón de hielo,
pero entrando en calor tarde se enfrían.
Furioso las embisto (1)
fritas, asadas, con arroz, calientes;
ya guisadas, ya en pisto,
pero en tortilla !ay, Cristo!
me hacen de gusto tiritar los dientes.
Si llega a mis oídos
el son de la sartén sobre la hornilla,
parezco a los partidos
que en viéndose vencidos
desean que se vuelva la tortilla.
Tanto al amor convida
hoy la patata, que decirse debe
con el alma y la vida,
que es la flor escogida
de este pensil del siglo diecinueve.
Yo las estoy gastando
con tanta profusión que tengo un censo,
comiendo o almorzando,
cenando o merendando,
y tanto, en fin, en las patatas pienso
que si en bailes me veo,
mejor que a las de Straus dulces sonatas,
pegar brincos deseo
al viejo martilleo
del venerable vals de las patatas.
(1) A las patatas se supone.
No hay comentarios:
Publicar un comentario