viernes, marzo 20, 2009

ADIOS, INVIERNO

El invierno ha sido frío como una amante de Quevedo;

Pues ya tiene la encina en los tizones
más séquito que tuvo en hoja y fruto,
y el nubloso Orión manchó con luto
las ( otro tiempo) cárdenas regiones;

pues perezoso Arturo, y los triones
dispensan breve al Sol, y poco enjuto,
y con imperio cano y absoluto,
labra el hielo las aguas en prisiones;

hoy que se busca en el calor la vida,
gracias al dueño invierno, amante ciego,
a quien desprecia Amor, y Lisa olvida;

al hielo hermoso de su pecho llego
mi corazón, por ver, si agradecida,
se regala su nieve con mi fuego.


fertil en la esperanzada cosecha;

VII

Al fuego ardiente, y en humilde lecho,
de rústica familia rodeado,
pasa el invierno, el labrador cansado,
sin más defensa que su helado techo.

Con la esperanza sola satisfecho,
al surco deja el grano encomendado,
en quien del año, el natural cuidado,
al propio atiende, y al común provecho.

El viento brama, y con furor maltrata
las cumbres, y los valles más sombríos
que halló vestidos de cristal y plata.

Siente después templar los meses fríos
y ve, cuando la nieve se delata,
bajar los montes y subir los ríos.
(Francisco de Borja y Aragón, Príncipe de Esquilache)

amistoso como el abrazo de los muertos;

!Oh, mi amigo el invierno!,
mil y mil veces bien venido seas,
mi sombrío y adusto compañero;
¿no eres acaso el precursor dichoso
del tibio mayo y del abril risueño?

!Ah!, si el invierno triste de la vida,
como tú de las flores y los céfiros,
también precursor fuera de la hermosura
y eterna primavera de mis sueños!
(Rosalía de Castro)
meditabundo como "El pensador" de Rodin;

ODA I
(Fragmento)

Salud, lúgubres días, horrorosos
Aquilones, salud. El triste invierno
en ceñudo semblante
y entre velos nublosos
ya el mundo rinde a su áspero gobierno
con mano asoladora, el sol radiante
del hielo penetrante
huye, que embarga con su punta aguda
a mis nervios la acción, mientras la tierra
yerta enmudece, y dé xala desnuda
del cierzo alado la implacable guerra.

Falsos deseos, júbilos mentidos,
lejos, lejos de mí; cansada el alma
de ansiaros días tantos
entre dolor perdidos,
halló al cabo feliz su dulce calma.
A la penada queja y largos llantos
los olvidados cantos
suceden; y la mente que no vía
sino sueños fantásticos, ahincada
corre a ti, o celestial filosofía,
y en el retiro y soledad se agrada.
(Juan Meléndez Valdés)

celoso como la nieve de la montaña;

En la sazón del erizado invierno,
desnudo el árbol de su flor y fruto,
cambia en un pardo desabrido luto
las esmeraldas del vestido tierno.

Mas, aunque vuela el tiempo casi eterno,
vuelve a cobrar el general tributo,
y al árbol seco, y de su humor enjuto,
halla con muestras de verdor intenso.

Torne el pasado tempo al mismo instante
y punto que pasó: que no lo arrasa
todo, pues tiemblan su rigor los cielos.

Pero no le sucede así al amante,
que habrá de perecer si una vez pasa
por él la infernal rabia de los celos.
(Miguel de Cervantes)

lluvioso como el canto escondido de los pájaros;

CANCION DE INVIERNO

Cantan. Cantan.
¿Dónde cantan los pájaros que cantan?

Ha llovido. Aún las ramas
están sin hojas nuevas. Cantan. Cantan
los pájaros. ¿En dónde cantan
los pájaros que cantan?

No tengo pájaros en jaulas.
No hay niños que los vendan. Cantan.
El valle está muy lejos. Nada...

Yo no sé dónde cantan
los pájaros- cantan, cantan-,
los pájaros que cantan.
(Juan Ramón Jiménez)

feroz como un lobo de escarcha ante los blancos corderos;

Hórrido invierno, que la luz serena
y agradable color del puro cielo
cubres de oscura sombra y turbio velo
con la mojada faz de niebla llena,

vuelve a la fría gruta y la cadena
del nevoso Aquilón, y en aquel hielo,
que prime con rigor el duro suelo,
las furias de tu ímpetu refrena;

que en tanto que en tu ira embravecido
asaltas el divino Hesperio río,
que corre al sacro seno de Occidente,

yo triste, en nube eterna del olvido,
culpa tuya, apartado del sol mío,
no me enciendo en loa rayos de su frente.
(Fernando de Herrera)


mortal como un beso de amarga nicotina.

RIMA LXXIII
(Fragmento)

En las largas noches
del helado invierno,
cuando las maderas
crujir hace el viento
y azota los vidrios
el fuerte aguacero,
de la pobre niña
a veces me acuerdo.

Allí cae la lluvia
con un son eterno;
allí la combate
el soplo del cierzo.
Del húmedo muro
tendida en el hueco,
!acaso de frío
se hielan sus huesos!...
(Gustavo Adolfo Bécquer)

Fotos: Felipeángel (c)

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