El licenciado Morillas, cura de la Parroquia de San Vicente, de Sevilla, fue a pedir limosna por su colación, Sábado de Pascua, para dar otro día pan y carne a los pobres. Llegó a la casa de un viejo muy rico y muy avaro, el cual le dio un cuarto, de limosna, de los falsos, que llaman de fraile o de Santo Domingo. No advirtió entonces él qué era lo que recibía; pero después, no pudiendo pasar el cuarto entre otros, ni hallando salida de él, se acordó de quién se lo había dado. Guardolo para restituírselo, y el Domingo de Pascua, yendo el viejo a que le comulgase el mismo cura, disimuladamente le metió el cuarto en la boca, en lugar de la forma.
El hombre, sintiendo la dureza y el frío del metal, quedó turbado, pareciéndole milagro, y no osaba sacarlo de la boca, ni tampoco contar el suceso, por el escándalo del pueblo.
Tomó por expediente decirle muy bajito al cura:
-Padre, no pude pasarlo.
El cual le respondió:
-Tampoco lo pude yo pasar.
Juan de Arguijo (Sevilla, 1567- 1623)
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