Foto: Felipeángel (c)
Uno tiene la costumbre de leer los libros que saca de las bibliotecas en calidad de préstamo, porque es una manera de que uno se obligue a leerlos en el tiempo convenido. Hay que devolverlo y, por lo tanto, esa acucia viene bien para administrar la lectura día tras día.
Si el libro ha sido del agrado de uno, lo busca y lo compra, pero corre el riesgo de que, al buscarlo, no se encuentre, porque está descatalogado, o se lo ofrezcan, eso sí, en ferias como esta, a unos precios que para uno siguen siendo prohibitivos.
En esas llevo casi todo el verano, buscando aquí y allá el primer volúmen del "Salón de los pasos perdidos", que lleva por título el bonito nombre de "El gato encerrado".
Pregunté en varias casetas de la Cuesta de Moyano; entre ellas, en la de Alfonso Riudavets.
-¿Tiene usted "El gato encerrado", de Andrés Trapiello.
-Ya se ha ido- me respondió-.
-!Ah, que se ha escapado?
-Lo tengo, claro, pero firmado, como todos los suyos.
Uno de sus clientes habituales terció en la conversación:
-¿Pero no estaba enfadado contigo?
-No- dijo Riudavets- Conmigo no; al menos, hasta el próximo tomo.
Y es que este peculiar librero sale paseando mucho por el "Salón...". Su retrato es casi siempre amable; no así el de algunos de sus amigos. Entre sus costumbres tiene dos muy peculiares. La primera es que vende a precios irrisorios lo que, unas casetas más arriba, venden más caro; y la segunda es que ofrece las obras de los autores que no le gustan a un precio casi de escarnio. Camilo José Cela, por ejemplo. Los volúmenes de las obras completas de Cela los tiene a un euro, cuando los demás lo tienen a tres.
El librero de la caseta número 12 me prometió que lo traería y allí estuve dos o tres veces. Probablemente le gusta Larra más que Trapiello, porque todo lo encomendaba a mañana. Ese mañana llegó, después de un mes preguntando, hace cinco días, y lo que puso en mis manos fue el volúmen número 10, "Las inclemencias del tiempo", que tiene un gato dibujado en la portada. Se ve que este librero, para vender sus libros, se guía de las imágenes mas que de la letra impresa. Leer, desde luego, no creo que los lea.
"No está mal,- me digo- éste, al menos, responde", porque lo que son los de Jarcha, la librería del barrio, que regenta Fernando Valverde, Presidente de CEGAL- Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros- no se han molestado ni siquiera en hacerlo.
La búsqueda en otras librerias de Madrid tampoco ha dado resultado. Es un libro que ni Pre-Textos ni Destino quieren reeditar; tal vez la culpa no sea de ellos sino del autor.
He esperado, por tanto, a que empezara la Feria del Libro Viejo y Antiguo, pero "El gato encerrado" no debe estar muy viejo y tampoco lo deben considerar antiguo, porque no había ni un sólo ejemplar en las casetas.
Se ve que Andrés Trapiello, desde que describió las comilonas de unos y de otros, en estos fastos gastronómicos-culturales, no cae muy bien entre la parroquia, porque todos me dijeron que no, hasta los que venían de León, fíjate, de un modo que denotaba distanciamiento y desdén. Un librero llegó a decirme que estuvo el día anterior por allí; que si lo veía se lo pidiera a él. La verdad es que tantas confianzas no sabe uno si tomárselas o no.
La última opción sé que es Internet, pero pasear por la Red no es igual que hacerlo por las calles madrileñas. Sólo por ver a los libreros decirte que no, vale la pena; porque decir que no es siempre un fracaso y, a la larga, un malísimo negocio.
8/10/09
Felipeángel
Uno tiene la costumbre de leer los libros que saca de las bibliotecas en calidad de préstamo, porque es una manera de que uno se obligue a leerlos en el tiempo convenido. Hay que devolverlo y, por lo tanto, esa acucia viene bien para administrar la lectura día tras día.
Si el libro ha sido del agrado de uno, lo busca y lo compra, pero corre el riesgo de que, al buscarlo, no se encuentre, porque está descatalogado, o se lo ofrezcan, eso sí, en ferias como esta, a unos precios que para uno siguen siendo prohibitivos.
En esas llevo casi todo el verano, buscando aquí y allá el primer volúmen del "Salón de los pasos perdidos", que lleva por título el bonito nombre de "El gato encerrado".
Pregunté en varias casetas de la Cuesta de Moyano; entre ellas, en la de Alfonso Riudavets.
-¿Tiene usted "El gato encerrado", de Andrés Trapiello.
-Ya se ha ido- me respondió-.
-!Ah, que se ha escapado?
-Lo tengo, claro, pero firmado, como todos los suyos.
Uno de sus clientes habituales terció en la conversación:
-¿Pero no estaba enfadado contigo?
-No- dijo Riudavets- Conmigo no; al menos, hasta el próximo tomo.
Y es que este peculiar librero sale paseando mucho por el "Salón...". Su retrato es casi siempre amable; no así el de algunos de sus amigos. Entre sus costumbres tiene dos muy peculiares. La primera es que vende a precios irrisorios lo que, unas casetas más arriba, venden más caro; y la segunda es que ofrece las obras de los autores que no le gustan a un precio casi de escarnio. Camilo José Cela, por ejemplo. Los volúmenes de las obras completas de Cela los tiene a un euro, cuando los demás lo tienen a tres.
El librero de la caseta número 12 me prometió que lo traería y allí estuve dos o tres veces. Probablemente le gusta Larra más que Trapiello, porque todo lo encomendaba a mañana. Ese mañana llegó, después de un mes preguntando, hace cinco días, y lo que puso en mis manos fue el volúmen número 10, "Las inclemencias del tiempo", que tiene un gato dibujado en la portada. Se ve que este librero, para vender sus libros, se guía de las imágenes mas que de la letra impresa. Leer, desde luego, no creo que los lea.
"No está mal,- me digo- éste, al menos, responde", porque lo que son los de Jarcha, la librería del barrio, que regenta Fernando Valverde, Presidente de CEGAL- Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros- no se han molestado ni siquiera en hacerlo.
La búsqueda en otras librerias de Madrid tampoco ha dado resultado. Es un libro que ni Pre-Textos ni Destino quieren reeditar; tal vez la culpa no sea de ellos sino del autor.
He esperado, por tanto, a que empezara la Feria del Libro Viejo y Antiguo, pero "El gato encerrado" no debe estar muy viejo y tampoco lo deben considerar antiguo, porque no había ni un sólo ejemplar en las casetas.
Se ve que Andrés Trapiello, desde que describió las comilonas de unos y de otros, en estos fastos gastronómicos-culturales, no cae muy bien entre la parroquia, porque todos me dijeron que no, hasta los que venían de León, fíjate, de un modo que denotaba distanciamiento y desdén. Un librero llegó a decirme que estuvo el día anterior por allí; que si lo veía se lo pidiera a él. La verdad es que tantas confianzas no sabe uno si tomárselas o no.
La última opción sé que es Internet, pero pasear por la Red no es igual que hacerlo por las calles madrileñas. Sólo por ver a los libreros decirte que no, vale la pena; porque decir que no es siempre un fracaso y, a la larga, un malísimo negocio.
8/10/09
Felipeángel
Foto: Felipeángel (c)
Siento tu perigrinaje tras las huellas de "El Gato Encerrado". yo encontre un ejemlar hace varios años en La Casa Del Libro de la Gran Via. Alli estaba cogiendo polvo una segunda edicion de Pretextos del año 1998. Es interesante su lecturas pues se ve la el germnen de lo que seran los tomos del Salon de los pasos perdidos. Pero en mi opinion ha ido ganando en calidad con el paso de los años. Te deseo suerte y que encuentres tu ejemplar. Aricea
ResponderEliminarMe pregunto y te pregunto si al final encontraste "Senos" de Ramón Gómez de la Serna. Yo lo leí, pero te confieso que ahora lo he extraviado. Debe estar por casa, pero no sé que he hecho con él.
ResponderEliminarSi por casualidad encuentro "El gato encerrado" te lo comunicaré
Un abrazo
Luz
No encuentro nada de nada
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