He visto "AVATAR", dirigida por James Cameron, en 3D, y me ha parecido un espectáculo visual maravilloso.
Algunas de sus escenas, o ciertos planteamientos argumentales, recuerdan a películas tan conocidas como "Un hombre llamado caballo", "Eragon", "El último samurai", "Matrix" o, incluso, "Pocahontas", pero James Cameron logra superarlos con buen oficio y una claridad de ideas que, en su gran mayoría, mejoran el original.
Otras, en cambio, no recuerdo haberlas visto nunca, como el paisaje nocturno de la selva, de una belleza insuperable, los montes flotantes, o la profunda comunión entre la naturaleza de ese planeta llamado Pandora y los seres que lo habitan, representado en el gran árbol y, sobre todo, en esa fuente de energía que emana de una especie de luminoso sauce llorón.
Como en todas las películas de ciencia-ficción de los últimos años, no faltan personajes creados por ordenador. Los azulados Na´vi tienen una expresividad muy humana, afortunadamente lejos ya de los primeros intentos, para mí, fallidos, de los personajes de "Final Fantasy", sus movimientos son de una gracilidad felina, y las escenas de los rituales de la tribu son realmente prodigiosas.
De los actores hay que resaltar el buen trabajo de Sam Worthington (Jake Sully) , en el papel del ex marine parapléjico que se trasforma en avatar, y el de Stephen Lang, que interpreta al coronel Miles Quaritch, un militar con muy malas pulgas, símbolo del militarismo y la razón de la fuerza, más que de la fuerza de la razón. Sigourney Weaver, con su manera de moverse, el corte de pelo y la vestimenta, me sigue recordando a la comandante Ripley, aunque aquí vaya de científica concienciada, y todos los demás, algunos pocos conocidos, resultan tan convincentes como los creados por ordenador.
Es imposible terminar esta reseña sin resaltar los magníficos efectos especiales. Uno tiene la impresión de que se abusa de ellos en algunas de las películas estrenadas en los últimos meses, como, por ejemplo, en "2012", que no sólo se imagina cómo será el fin del mundo sino que resalta la gran preparación del ciudadano medio estadounidense para afrontarlo con garantías de éxito, pero en "Avatar" se agradecen porque, según avanza la película, la llenan de belleza, imaginación y contenido.
Al final de la proyección varios espectadores aplaudimos, convencidos de que acabábamos de ver una obra maestra. No sólo nos emocionó sino que supo llevarnos a un mundo posible donde la naturaleza vence a la tecnología y las formas de vida ancestrales le ganan a los grandes intereses económicos que, por de pronto, son los que rigen este jodido mundo.
FELIPEÁNGEL (C)
Algunas de sus escenas, o ciertos planteamientos argumentales, recuerdan a películas tan conocidas como "Un hombre llamado caballo", "Eragon", "El último samurai", "Matrix" o, incluso, "Pocahontas", pero James Cameron logra superarlos con buen oficio y una claridad de ideas que, en su gran mayoría, mejoran el original.
Otras, en cambio, no recuerdo haberlas visto nunca, como el paisaje nocturno de la selva, de una belleza insuperable, los montes flotantes, o la profunda comunión entre la naturaleza de ese planeta llamado Pandora y los seres que lo habitan, representado en el gran árbol y, sobre todo, en esa fuente de energía que emana de una especie de luminoso sauce llorón.
Como en todas las películas de ciencia-ficción de los últimos años, no faltan personajes creados por ordenador. Los azulados Na´vi tienen una expresividad muy humana, afortunadamente lejos ya de los primeros intentos, para mí, fallidos, de los personajes de "Final Fantasy", sus movimientos son de una gracilidad felina, y las escenas de los rituales de la tribu son realmente prodigiosas.
De los actores hay que resaltar el buen trabajo de Sam Worthington (Jake Sully) , en el papel del ex marine parapléjico que se trasforma en avatar, y el de Stephen Lang, que interpreta al coronel Miles Quaritch, un militar con muy malas pulgas, símbolo del militarismo y la razón de la fuerza, más que de la fuerza de la razón. Sigourney Weaver, con su manera de moverse, el corte de pelo y la vestimenta, me sigue recordando a la comandante Ripley, aunque aquí vaya de científica concienciada, y todos los demás, algunos pocos conocidos, resultan tan convincentes como los creados por ordenador.
Es imposible terminar esta reseña sin resaltar los magníficos efectos especiales. Uno tiene la impresión de que se abusa de ellos en algunas de las películas estrenadas en los últimos meses, como, por ejemplo, en "2012", que no sólo se imagina cómo será el fin del mundo sino que resalta la gran preparación del ciudadano medio estadounidense para afrontarlo con garantías de éxito, pero en "Avatar" se agradecen porque, según avanza la película, la llenan de belleza, imaginación y contenido.
Al final de la proyección varios espectadores aplaudimos, convencidos de que acabábamos de ver una obra maestra. No sólo nos emocionó sino que supo llevarnos a un mundo posible donde la naturaleza vence a la tecnología y las formas de vida ancestrales le ganan a los grandes intereses económicos que, por de pronto, son los que rigen este jodido mundo.
FELIPEÁNGEL (C)
A mi también me gusto, aunque no sé porque me recordó a cuando estrenaron la Guerra de las Galaxias. Ese final épico y ese novedoso uso de las tecnologías audiovisuales me trasportaron a cuando tenía diez años.
ResponderEliminarDe todas formas y aún con lo espectacular de la pelicula, el argumento de "los buenos buenisimos y los malos malisimos" con el telón de fondo del ecologismo de moda cargan de simplismo el largometraje, para mi opinión.
Un saludo, amigo.
Gracias por tu comentario.
ResponderEliminarUn saludo
Hoy he visto la película y reconozco que los paisajes y los efectos especiales me han gustado, así cómo la interpretacion pero.... está llena de tópicazos y de demasiadas batallas.
ResponderEliminarPara mí no es una obra maestra. La he visto mejores.