miércoles, agosto 25, 2010

DE ESCRITORES Y PUTAS: CAMILO JOSÉ CELA



CISNES PARA ILUSIONES NIÑAS

"¡Qué sonrisa de ángel en la cara del niño que mira putas! En el colegio le metieron miedo -¡vivan las putas!- pero nadie jamás le dijo que una puta, sobre serlo, era también una mujer (redondeemos el tópico: como su madre, como su hermana, etc). El niño ignora que la puta todavía existe porque las crueles costumbres prohíben el amor. la puta es puta porque la sociedad ni sabe evitarla ni lo intenta siquiera. Prohibir las putas es tan ingenuo como lo sería prohibir el virus del cáncer (suponiendo que el cáncer sea producido por virus). Al niño le metieron miedo en el colegio -miedo al amor y a la mujer, que de la prostitución ni se habla-, y el niño nivela, por arriba o por abajo, a la hembra: todas son buenas y deseables, incluso las putas, o todas son nefandas y contaminadoras, hasta las que mejores pudieran parecer. A los frailes del colegio les convendría leer a Lope: No hay mujer que sea buena/ si ve que dicen que es mala. Abandonemos este sermoneador tonillo, que allá cada cual. Veamos de poder hacerlo.
Hay cisnes callejeros para ilusiones niñas y hay también niños que van por la calle henchidos de ilusión. El niño suele tardar más tiempo en prostituirse que la niña, depende un poco de las criadas que tenga en su casa -si es niño rico- o de los arrestos y los apetitos de las vecinas -si es niño pobre-. En todo caso es doloroso que el niño no vaya a su ser natural y por sus pasos, como el cachorro.
Los cisnes para ilusiones niñas llevan faja y no suelen vestir provocativamente. Si los niños no sonriesen como ángeles a punto de la caída, el cisne callejero, el cisne para ilusiones niñas, pudiera parecer su madre.
-!Por Dios, Luisito! ¿Qué manera de llevar el jersey es ésa?
El niño idealiza al callejero cisne para ilusiones niñas. El niño ve a la mujer como una meta, como un fin cuajado de restablecedoras perfecciones. Pocos años después -la propia prostitución por medio- el joven, aun ayer niño, verá a la mujer como una etapa, igual que un peldaño henchido de confortadoras promesas. La mujer-cucaña del niño, queda en mujer-palo de cucaña para el joven. Es triste pero es así.
Los cisnes para ilusiones niñas viven en fondas sórdidas, heladoras, sombrías. Por las mañanas salen a tomar el solecico del invierno y a repartir la ilusión, a manos llenas y de balde, entre los niños que se fumaron la escuela para verla y sonreírle un poco: tan sólo para verla y sonreírle un poco."

(CAMILO JOSÉ CELA: "IZAS, RABIZAS Y COLIPOTERRAS"- O.C., VOL. 25, Ediciones Destino S. A. y Editorial Planeta-De Agostini S. A. -Madrid, 1990)

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