Hoy he venido leyendo en el tren de cercanías el artículo de Juan José Millás que da título a esta entrada y le he dicho al rumano de turno que reparte papelitos como si fuera sordomudo, que no lo es: "He aquí el artículo de un demagogo". El rumano, por supuesto, no quería, para comer, las palabras y las comas de Millás, que sólo alimenta a los espíritus de los progresistas que defienden a los pobres pero que no se codean con ellos, sino el euro del obrero y del ama de casa, del estudiante y del jubilado ocioso que no cobra lo que el escritor recibe por sus estupendos análisis de una realidad que hace, claro está, a su cómoda y solidaria medida.
A uno, hay que decirlo, tampoco le gusta Sarkozy y su política indiscriminada de expulsiones, porque uno no se siente, precisamente, bien tratado por los franceses, pero resulta insólito que un escritor del talento de Millás cargue las tintas contra el presidente galo sin preguntarse siquiera si el trato que están recibiendo algunos gitanos rumanos en Francia difiere mucho del que reciben, o recibían, en su propio país; si lo que se pide a Francia que haga a favor de estas personas es lo mismo que ha hecho el presidente Traian Basescu por ellos en Rumanía durante los seis años que lleva de mandato.
La realidad, efectivamente, está trucada, porque un presidente que parece que no ha sido capaz de llevar a cabo las políticas necesarias para darle a su pueblo pan, bienestar y trabajo, sin que muchos de sus ciudadanos tengan que emigrar a otros países, no es quien para echarle en cara al presidente de otro país que no lo haga, y, además, se ofenda porque algunos de sus compatriotas presuntamente roban y delinquen en tierra extranjera para sobrevivir.
El gesto de Sarkozy es, por tanto, el del ciudadano que nota que le afanan la cartera y, al llamarle la atención al carterista para que se la devuelva, el ladrón no sólo no se la da sino que le exige, encima, que se disculpe .
El ilustrado y solidario Millás tiene todo el derecho del mundo para acoger en su piso a quien quiera, y debería hacerlo, aunque, después, terminen robándole, pero esperemos que, si eso ocurre, no ponga la cara de asco que tanto le molesta en la cara de Sarkozy, sino que, en vez de reprender al ladrón y echarle de su casa, le lea su bonito artículo y le aplauda. En esa situación estamos seguros de que no se comportará como un demagogo, sino como un hombre de principios, si es que los delincuentes rumanos no se los robaron también.
Felipeángel (c)
A uno, hay que decirlo, tampoco le gusta Sarkozy y su política indiscriminada de expulsiones, porque uno no se siente, precisamente, bien tratado por los franceses, pero resulta insólito que un escritor del talento de Millás cargue las tintas contra el presidente galo sin preguntarse siquiera si el trato que están recibiendo algunos gitanos rumanos en Francia difiere mucho del que reciben, o recibían, en su propio país; si lo que se pide a Francia que haga a favor de estas personas es lo mismo que ha hecho el presidente Traian Basescu por ellos en Rumanía durante los seis años que lleva de mandato.
La realidad, efectivamente, está trucada, porque un presidente que parece que no ha sido capaz de llevar a cabo las políticas necesarias para darle a su pueblo pan, bienestar y trabajo, sin que muchos de sus ciudadanos tengan que emigrar a otros países, no es quien para echarle en cara al presidente de otro país que no lo haga, y, además, se ofenda porque algunos de sus compatriotas presuntamente roban y delinquen en tierra extranjera para sobrevivir.
El gesto de Sarkozy es, por tanto, el del ciudadano que nota que le afanan la cartera y, al llamarle la atención al carterista para que se la devuelva, el ladrón no sólo no se la da sino que le exige, encima, que se disculpe .
El ilustrado y solidario Millás tiene todo el derecho del mundo para acoger en su piso a quien quiera, y debería hacerlo, aunque, después, terminen robándole, pero esperemos que, si eso ocurre, no ponga la cara de asco que tanto le molesta en la cara de Sarkozy, sino que, en vez de reprender al ladrón y echarle de su casa, le lea su bonito artículo y le aplauda. En esa situación estamos seguros de que no se comportará como un demagogo, sino como un hombre de principios, si es que los delincuentes rumanos no se los robaron también.
Felipeángel (c)
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