martes, diciembre 21, 2010

EL FUMADOR


Un fumador es un tipo que se quiere suicidar pero que no tiene prisa; se diferencia de los otros suicidas - los que se ahorcan, los que se meten un tiro entre ceja y ceja, los que se empastillan, etc.- en que, al llevar a cabo su acción, perjudica, en muchas ocasiones, a terceras personas, con lo que el daño que se causa a sí mismo se lo causa también a los demás. Esta conducta no denota inteligencia sino una maldad de la que sale impune, al contrario que su hábito, al que sí se le puede aplicar el calificativo de inteligente, porque teniendo la mayoría de los fumadores al alcance de sus manos otros muchos productos nocivos para la salud no hacen uso voluntario de ellos, siendo como son tan legales y tan letales, o más, que el tabaco. Esto me parece una contradicción porque no se entiende muy bien que, por un lado, les resulte placentero inundar de humo los pulmones propios y ajenos y, por otra parte, renuncien al uso y al abuso de un buen trago de lejía, o de una sugerente esnifada de matarratas, o de una copita de limpiacristales después de las comidas, que siempre resulta agradable y divertido hacer pompas mientras se escuchan las noticias de la televisión. Hay tantas cosas nocivas en nuestras casas que, bien aprovechadas, te pueden mandar al otro barrio tan lentamente como el tabaco, y, probablemente, con la misma sensación de placer mientras van descomponiendo la mayoría de nuestros órganos vitales.
Con la entrada en vigor de la nueva ley contra el tabaco no se pretende, por tanto, eliminar el derecho a suicidarse de cada cual sino impedir que, en este suicidio colectivo que nos recuerda tanto al de las sectas, no quepa la posibilidad de que perjudique a terceras personas que no quieren hacerlo.
¿Es tan difícil de comprender?

Felipeángel (c)

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