La cabra de la quiebra
no sabe geografía;
le da igual si es Europa
o toda la Oceanía,
que busca pastos frescos
de ruina que comerse,
o deudas nacionales
con las que enriquecerse.
La cabra de la quiebra
elige sus opciones:
si ayer fueron empresas,
prefiere hoy naciones,
y en este toma y daca
de sustos y mentiras,
vivir es una traca
prendida por la ira.
Las cabras de las quiebras
no son muy populares,
ni son muy socialistas,
ni son muy liberales;
no buscan el bandujo
vacío del parado
sino las tripas llenas
de ricos potentados,
y en este ramoneo
a las ramas vencidas,
la cabra iguala el árbol
común de nuestras vidas.
La cabra de la quiebra
se ríe en nuestros morros;
nos quita el cigarrillo;
nos deja sin los porros,
y en esta decadencia
que arruina nuestros vicios,
nos deja sin rosario,
sin misa y sin cilicios.
No hay nada que a la cabra
de la quiebra le asuste:
no entiende de recortes,
de primas ni de ajustes;
no sabe de sondeos,
no busca soluciones;
nos quiere a todos reos,
"pillaos" por los cojones,
y en estas circunstancias
que creo dolorosas,
conviene que a la cabra
le demos ciertas cosas:
políticos corruptos,
bolsistas perdularios,
banqueros trincadores,
ineptos y falsarios;
patrones inciviles,
carcomas sindicales,
ladrones de las arcas
plurimunicipales,
y aquellos tiburones
de las inmobiliarias
que inflaron las viviendas
con cifras millonarias.
Que a todos se los lleve
esta cabra exquisita;
que limpie de maleza
esta tierra bendita;
que alivie nuestra carga,
que ahonde en su desgracia,
a ver si así resurge
la NUEVA DEMOCRACIA.
Felipeángel (c)
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