Yo era casi reyezuelo
de una numerosa grey;
mi capricho era mi ley
y mandar siempre mi anhelo.
A los listos y a los zotes
mi autoridad imponía;
en todas cosas hacía
yo mangas y capirotes.
Alcalde fui ¡veinte años!,
que, aunque parezca increible,
era hombre insustituible
por mi táctica y amaños.
En todas las elecciones
siempre triunfante quedaba,
porque nunca escatimaba
pucherazos ni coacciones;
y era cosa de admirar,
como todos repetían,
que hasta las tumbas se abrían
gritando: ¡Quiero votar!...
Probé así mi ingenio abierto,
del que puedo estar altivo.
¿Cómo dudar que es un vivo
quien levantó tanto muerto?
Por eso me da coraje,
soy blanco de cuchufletas;
por unas cuantas pesetas
que del Concejo distraje
sin querer, me han detenido,
y eso es lo que me contrista:
¡como a un vulgar... carterista
a la cárcel me han traído!
Tal hecho es intolerable;
por lo inaudito me extraña
porque el cacique en España
siempre ha sido invulnerable,
y si lo mismo que a mí
prenden como a criminales
a los vivos y vivales
que pululan por ahí,
se ocasionarán quebrantos,
sera el porvenir sombrío,
pues quedará el pais vacío...
¡si hay cárceles para tantos!
¿Y dicen que no me queje?
¿Que esto será transitorio?
¡Si el dichoso Directorio
me ha partido por el eje!
José Sánchez-González
Madrid Cómico.- Nº 3. Revisado por la censura militar. Madrid, 8 de diciembre de 1923.
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