Hubo un tiempo, no muy lejano, en que cualquier españolito de clase media podía irse de vacaciones a Tailandia o de viaje de novios a la Riviera Maya, o de compras a Nueva York, pero vino el tsunami de la crisis y se llevó todo por delante, el trabajo, la casa hipotecada y las ilusiones.
"Lo imposible", la última película de Juan Antonio Bayona, no trata de nada de esto pero muy bien pudiera ser el símil de lo que nos está pasando, de la situación que ahora vivimos, de la enorme confianza que teníamos en nuestra sociedad de consumo y en nuestro futuro hasta que todo se desbarató, todo se lo llevó la enorme fuerza de una crisis política y financiera como no se ha visto desde el crack del 29.
"Lo imposible" trata de la enorme capacidad de superación de una familia que sufrió los efectos del tsunami del año 2004 mientras pasaban las vacaciones de Navidad en un resort de Tailandia. No es una idea original, suele ser el leit-motiv de las películas de catástrofes, pero la dirige Bayona con tan acertado pulso, es tanta la maestría que tiene para conseguir que el espectador se sienta dentro de ese tsunami tan espectacular que uno piensa, al ver algunas tomas, que estamos ante el tsunami real que arrasó el sudeste asiático, y que presenciamos en la pantalla y en directo la enorme devastación y el la inconmensurable capacidad de supervivencia de sus protagonistas.
A mi me han gustado todos; hay química interpretativa entre los miembros de esta familia española tan singular, que vive en Japón, y celebra la Nochebuena lanzando, en un acto colectivo playero, los farolillos voladores hacia la inmensidad del cielo; me emocionó hasta la médula Maria (Naomi Watts); me impactó la fortaleza anímica de su hijo Lucas (Tom Holland); me cautivó la entereza de Thomas (Samuel Joslin) cuando su padre Henry (Ewan Mc Gregor) le pide que cuide de su hermano Simon (Oaklee Pendergast) y me puso un nudo en la garganta ver a tantos y tantos damnificados paseando sin rumbo por las carreteras, los campos y los hospitales tailandeses. Es tan perfecto el maquillaje de los actores, tan efectista la fotografía de Óscar Faura y tan envolvente la música de Fernando Velázquez, que escucho mientras escribo estas líneas, que no me pareció para nada que estaba ante una película española, sino ante superproducción de Hollywood, con todos sus elementos técnicos puestos en manos de Bayona para llevar a buen puerto toda la intensidad fílmica y narrativa de esta historia.
Una cosa me dejó perplejo al final de la película;: un agente de la compañía de seguros que contrataron a la hora de hacer el viaje pone a disposición de todos ellos un avión particular para llevarlos a Singapur pero no unos pares de zapatos para quienes el tsunami había dejado casi desnudos y, por supuesto, descalzos.
Felipeángel (c)
TEnía muchas ganas de ver esta película, pero por unas causas o por otras, nunca llegaba a verla. Hoy al fin la he visto en el cine y me he quedado impresionada.
ResponderEliminarMe ha emocionado y también me he quedado admirada de la puesta en escena del tsunami y el hospital. Es completamente creíble y real.
Los actores todos formidables incluidos los niños. Es una gran película.
Luz