viernes, octubre 12, 2012

DE ESPAÑA Y LOS ESPAÑOLES


Hoy juega la selección española de fútbol contra la selección de Bielorrusia pero no vamos a ver el partido porque ni TVE ni TELE5 lo van a retransmitir. Desde los poderes públicos nos han dicho reiteradamente, y aun más desde que es la campeona de Europa y del Mundo,  que la selección española de fútbol es un orgullo para España y para los españoles, pero la pela es la pela y, ni TVE ni TELE5 han logrado llegar a un acuerdo con la empresa que tiene los derechos. En otras ocasiones se ha mantenido que los partidos de fútbol de la selección española son de interés general pero hoy, o estás pasando frío en Minsk, o vuelves al pinganillo de la radio para sentir las mismas emociones que el abuelo cuando escuchaba la brillante verborrea de Matías Prats a pie de campo.
No hace mucho nos sentíamos orgullosos de la nadadora  Mireia  Belmonte  o de la Selección Española de Natación Sincronizada porque consiguieron varias medallas en los últimos Juegos Olímpicos, y ya hemos  visto lo cicatero que ha sido su club con la primera, que no le ha renovado el contrato,  y las graves acusaciones que se han vertido sobre la entrenadora de las segundas, que ha sido despedida. Esta España cerril, mediocre y casquivana no es generosa con los que llevan su nombre al podium de la gloria;  no valora lo que tiene, no respeta a sus ídolos; no siente sus triunfos ni su esfuerzo, ni su entrega. 
Luego dice el Presidente Rajoy que debemos sentirnos orgullosos de ser españoles y, claro, me pregunto que de quiénes: ¿de la Federación de Fútbol?  ¿de la de Natación? ¿de los directivos de TVE? ¿de los de TELE5? ¿de la clase política? ¿de la clase empresarial?  ¿de los banqueros? ¿de los sindicatos? .....
Yo no me siento orgulloso de ninguno de ellos, ni de los que pasean el perro sin correa, ni de los que fuman donde está prohibido hacerlo, ni de los que hablan por el teléfono móvil como si estuvieran sordos, ni de los que queman contenedores de la basura, ni de los que defraudan a Hacienda, ni de los que  van por la vida siendo unos pícaros, o unos aprovechados, o unos sinvergüenzas, o unos  ladrones, o todo a la vez (sugerido).
Yo no me  puedo sentir orgulloso de la clase política porque, de seguir con sus desvaríos  sus incongruencias, sus meteduras de pata de banco y sus desaciertos, nos pueden llevar a todos a un callejón de difícil salida; ni me puedo sentir orgulloso de muchos empresarios porque, aprovechando la crisis, siguen empeñados en recortar los derechos fundamentales de sus trabajadores; ni puedo sentirme orgulloso de aquellos banqueros que se han ido de rositas, a pesar de la mala gestión que llevaron a cabo en sus bancos; ni puedo sentirme orgulloso de los sindicalistas que, durante años, han mirado para otro lado, sin levantar una pancarta contra lo que se veía venir. No puedo sentirme orgulloso de estos españoles y de otros porque estas no son las personas que imagino en una sociedad justa, educada y solidaria.
Tampoco España y buena parte de su historia es  para sentirse orgulloso; no me enorgullece la Inquisición, ni el integrismo católico, ni las continuas guerras, dictaduras y gobiernos que han gobernado contra el pueblo durante siglos; me enorgullece, eso sí, su cultura, su idioma, la capacidad que hemos tenido para levantarnos cada vez que hemos hincado la rodilla en tierra, el patrimonio histórico, su gastronomía,  su paisaje. 
Cada día me enamora más el paisaje español, los rincones de sus ciudades, el callado recogimiento de algunos de sus pueblos, la sinuosidad de sus montes, el leve abrazo de sus ríos, la amplia mano extendida de la meseta castellana; no lo cambiaría por ninguno, ni me imagino un país sin tortilla de patatas, sin paella,  sin jamón serrano o sin ninguno de los maravillosos platos que tienen cada una de las regiones españolas. De todo ello sí me siento orgulloso, sí me siento español como el que más.

Felipeángel (c)

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