lunes, octubre 08, 2012

PESPUNTES: "RETRASOS Y MANIFESTACIONES"

Ayer la Manifestación de la Cumbre Social comenzó media hora más tarde de lo previsto. Cándido Méndez, que presume de ir andando al trabajo, llegó a las doce y cuarto a la Plaza de Legazpi; se ve que, desde Vicálvaro hasta el Paseo de las Delicias se encontró a muchos andarines y a mucho ciclistas, sino no se entiende. Que las grandes citas populares, convocadas por cientos de organizaciones, no comiencen a su hora es paradigmático de los tiempos que estamos viviendo. Llegar media hora tarde a todo, a la creación de puestos de trabajo, a los préstamos del Banco Central Europeo, a las políticas sociales de reactivación de la economía es como llegar a las migajas, a las sobras de los comedores de Cáritas, a los cubos de la basura del Supermercado cuando otros, tan pobres como nosotros, se han llevado ya los últimos alimentos con la fecha de caducidad caducada.
Hubo pitos, familias con el carrito y las pegatinas que estaban ya en las inmediaciones de la estación de Delicias, gente que se paraba en los bares a tomar la cañita reconstituyente antes de entonar los gritos de rigor, las consabidas consignas del cabreo nacional. Dicen que fuimos 72.000 pero no es cierto. Cuando los que sujetaban la pancarta de la cabecera comenzaron a andar, el helicóptero de la policía contaba 6.000 manifestantes, incluidos los perros, que había muchos. Ni tanto ni tan calvo. Yo me adelanté a tomar posiciones cerca de la tribuna de oradores que estaba en la Glorieta de Atocha. Estuve más de media hora esperando, resguardado de los rayos del sol tras una enorme bandera de CC.OO; Cuando Nuria Pérez se puso delante del micrófono para leer torpemente el Manifiesto pactado por las 150 organizaciones que convocaron al acto, no cabía un alfiler; de modo que es probable que, en ese momento, pasaran de 50.000 las personas que escuchaban sus palabras.
No está mal, teniendo en cuenta que la ciudad estaba también tomada por los ciclistas, por  las asociaciones provida, por las madres lactantes y por los letraheridos de toda condición, asiduos de las ferias de libros viejos y antiguos. No está mal, a pesar de los impuntuales, de los perjudicados por la LOGSE, de los vendedores de banderas republicanas, de los que nos vigilan y, en esta ocasión, no nos sacuden con la porra porque somos cívicos, tranquilos y responsables.

Felipeángel (c)

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