lunes, diciembre 03, 2012

REVELACIONES PAPALES



Que dice el Bene, ya saben, el representante de Dios en la Tierra, que de los Reyes Magos de Oriente nada de nada, que los que visitaron aquel día el pesebre del Jesusito eran españoles; digo yo que lo habrá sabido por revelación divina mientras imaginaba un twit con el que iniciar su camino del internauta, que no conduce a Santiago, aunque puede, sino a millones de caminos, tantos como twiteros hay en la Red; yo me imagino aquella embajada y no veo a tres reyes sino a un mago de las finanzas, a otro de la política y un tercero de la construcción; el primero le ofrecería unas preferentes, que, así, de entrada, suena fenomenal y estoy seguro de que a José le encantó el ofrecimiento, porque, seamos prácticos, la pela es la pela, pero nunca tuvo muy claro qué hacer con los ahorrillos que le iban generando la carpintería; el segundo le traería una cartilla del paro y una reforma laboral, para que el niño se fuera haciendo una idea de lo que le esperaba en los meses y años sucesivos, y el tercero le regalaría algunas chapucillas en el portal, que ahora que han desaparecido, por arte de magia, la mula y el buey, se ha ido con ellos ese calor tan ecológico que daban, y  en el pesebre ya no hay Dios que pare, dicho sea con el mayor respeto; eso siempre; así que le habrá camelado a María diciéndola,  no se preocupe, señora, que de esto me encargo yo, que le va a quedar la casa de cine, palabrita del niño Jesús, un palacio vaya; ya lo estoy viendo, con calefacción central, cuarto de baño alicatado hasta el techo, y una  amplia cocina con electrodomésticos de alta gama y vitrocerámica; en cuanto  llegue a España les mando una cuadrilla de panchitos, y ya verá, ya verá qué trabajo tan fino le van a hacer. Comparado todo esto con el oro, el incienso y la mirra, no me digan que no es un verdadero lujo lo que llevaron allí los Magos españoles a un niño recién nacido y a unos padres ilusionados con su futuro; y es que no hay como exportar nuestro modo de vida, la manera tan sana que tenemos aquí para engañar a la gente, dar gato por liebre y chapuza sin IVA. Lo que no logro imaginarme es la cara que pusieron los tres Magos cuando se retiraron de aquel humilde portal. ¿Se escojonaron de risa, mirándose unos a otros mientras salían pitando en sus camellos, o simplemente enmudecieron viendo las caras de satisfacción que, ante sus regalos, pusieron los tres incautos? ¡Quién lo sabe! ¡Quizá algún día, el Bene, el representante de no se sabe quién en la Tierra, nos lo aclarará.

Felipeángel (c)

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