Llevo un mes paseando el e-book por media España; hasta ahora me negaba a tenerlo, pero se ha terminado imponiendo el contenido al continente. Muchos de los libros que hay en casa tienen la letra demasiado pequeña y el e-book te permite leer en diferentes tamaños de letra; con el tiempo la llegada del e-book provocará un expurgo drástico en mi biblioteca; libros que llevan conmigo más de tres décadas terminarán en cualquier sitio: dentro del hueco de un árbol; encima de alguna tapia; escondido entre las flores de algún jardín; olvidado en el asiento del tren de cercanías; en manos de algún amigo o, simplemente, en el contenedor de los papeles, junto a los cartones del detergente y las últimas noticias periodísticas sobre la corrupción.
Evidentemente habrá libros de los que nunca me desprenderé porque hubo un tiempo en que fueron como flotadores que me salvaron de morir hundido en las tenebrosas aguas de la soledad; con ellos aprendí a caminar por el salón de los pasos perdidos de la literatura; fueron el tacatá de mis primeros versos, el andador de mis primeros artículos; la ambulancia de mis primeras urgencias. Tampoco echará el e-book de los estantes a mis autores de culto, porque Camilo José Cela, Francisco Umbral o Miguel Delibes, por ejemplo, me indicaron, a su modo, algunos de los caminos a seguir. Sin embargo, siento más que nunca que ha llegado para otros la hora del recambio; a don Benito Pérez Galdós ya no lo tendré en papel, ni a Clarín, ni a los clásicos castellanos, salvo a Cervantes y Quevedo, ni a los autores del boom, ni a los de la Generación del 50, cuya literatura ha envejecido mucho más que la de otras generaciones anteriores.
Perderé cosas; se me quitará la costumbre de mojarme la punta del dedo índice para pasar una página, o la de oler el papel como quien huele una flor ajada y, sin embargo, hermosa; o la de subrayar los párrafos y las palabras que me gustan con un pilot rojo o un rotulador fluorescente. Perderé la textura de algunos libros de bolsillo, sus bonitas portadas, las dedicatorias íntimas a personas que jamás conocí, pero ganaré espacio, una mejor calidad de letra para mis fatigados ojos, una enorme capacidad de almacenamiento en un artilugio moderno menor que el marco de cualquier fotografía familiar, y un sencillo manejo para una persona que sigue rechazando los teléfonos móviles, las redes sociales y los videojuegos de la Play.
Felipeángel (c)
Casi no puedo creeer el que hayas sucumbudio y tengas ya tu e-book. Yo todavía no lo he probado, pero tiempo al tiempo, supongo que llegará un día en que lo haré.
ResponderEliminarLos libros poco a poco van siendo esos viejos amigos que cada vez están más lejos, mientras otros nuevos van ocupando su lugar. Es la vida
Un abrazo
Luz