lunes, marzo 11, 2013

CARTELERA: "LOS AMANTES PASAJEROS"


Ayer le dí 18 euros con 40 céntimos a Pedro Almodóvar y, a cambio, pudimos ver en la gran pantalla  un bodrio llamado "Los amantes pasajeros". Desgraciadamente,  estoy acostumbrado a que el cine español me  estafe de vez en cuando pero no termino de aprender y sigo  tropezando  una y otra vez en la misma piedra, con la peregrina idea de  encontrar esa obra maestra que recordaré el resto de mis días. "Los amantes pasajeros" no lo es; todo lo contrario, se trata de  una de las mayores tomaduras de pelo a las que he asistido como espectador. Entiendo que unos días antes de su estreno las televisiones públicas y las privadas le hallan hecho  la ola a este hombre, programando algunas de sus películas y emitiendo entrevistas  a diestro y siniestro; al fin y al cabo, todo ello forma parte de la promoción, y las televisiones, que han invertido dinero en esta absurda tontería, querrán recuperarlo. Será difícil  pasado este fin de semana, en el que han logrado atrapar a miles de pardillos como yo; lo más probable es que el boca a boca hunda a esta película en el pozo del olvido para siempre. Que se estrelle; que las pajas mentales  de Almodóvar se queden en su cabeza. No es de recibo que un director con su demostrado talento nos trate de dar gato por liebre. Lo único que fomenta con su penosa actitud es la piratería. Que luego no se queje.
 "Los amantes pasajeros" no es una ácida historia sobre  la España de hoy, como nos quieren hacer ver los críticos chupapollas, ni un descarnada visión de una sociedad corrupta y podrida, como nos cuentan otros, deslumbrados por el perdido talento del genio manchego, sino una absurda y zafia comedieta que da vergüenza ajena  ver. No hay en ella nada del Almodóvar de sus primeros años; ni es rompedora, ni graciosa, ni fresca, ni inusual. Si pensaba que una tripulación  de locas mariconas iba a escandalizar al patio de butacas, se equivocó. La sociedad española ya no se escandaliza de esas cosas. La homosexualidad está asumida en amplias capas de la población. Es más, recalca tanto la condición homosexual de sus principales protagonistas que más que un buen retrato de ellos, con sus pasiones, sus deseos y sus mezquindades, lo que Pedro Almodóvar  nos ofrece es  una esperpéntica caricatura, muy  en la linea de la peor y más homófoba españolada.
De este bodrio solo sale indemne Blanca Suárez. El salto cualitativo que ha dado desde su triste y penoso papel en "La piel que habito" hasta el que interpreta en "Los amantes pasajeros" me parece enorme. Literalmente: se come la pantalla; es tal   su presencia física, tan acertados los vestidos que luce, que nos hace olvidar al resto: a una Cecilia Roth en horas bajas; a un Javier Cámara histriónico y sobreactuado; a una Lola Dueñas que sigue oliendo a "peo", como si saliera de las entrañas de "Volver", y a un Guillermo Toledo muy en su linea de mentiroso compulsivo, nada que ver, ni por asomo, con su maravillosa interpretación en "Crimen Ferpecto". Los demás hacen una faena de aliño, que esta patética corrida cinematográfica que ha ideado Almodóvar no es para lucirse.

Felipeángel (c)

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