Por si me lee la CIA o el Presidente Obama mientras acaricia el lomo de su perro, lo diré: en España muchas personas están empezando a pasar hambre; al principio era un hambre chiquitita, una de esas hambres de café con leche, móvil en la oreja y cigarrillo reconstituyente, que la nicotina, ya se sabe, te pudre la piñata pero adormece el estómago hambriento, pero ahora el hambre llega hasta las puertas de los colegios, es la bicha que los escolares esconden entre sus libros como un gorrión adormecido por la última nana de la cebolla de sus madres, el run-run de las tripas que pone la banda sonora a la nueva pobreza que trajo la crisis, después de la euforia consumista y trincadora. Sería conveniente que a este toro le echaran un capote; ya no es suficiente la labor de Cáritas, o la de los Bancos de Alimentos; si el Gobierno no toma cartas en el asunto, que sean, otra vez, los ciudadanos solidarios. Ayer esperaba encontrarme una larga cola de madrileños entregando bolsas con alimentos perecederos en la Campaña que ha iniciado Mensajeros por la Paz. No la vi y me entristeció. La Plaza de España estaba casi desierta, tan triste como ha quedado el país después de tanto latrocinio, tanto derroche y tantas esperanzas rotas, pero aquellos paquetes que iban llegando a cuenta gotas iban formando también, poco a poco, una hermosa barricada contra el hambre que nos acecha, una barricada sabrosa y multicolor de judias de El Barco de Ávila, y de garbanzos de Fuentesauco, y de lentejas de La Armuña, y de arroz de Calasparra, y de ázucar refinada, y de galletas María, y de toda clase de pasta, desde macarrones hasta espaguetis.... etc., etc. Cuanto más grande sea más pequeño será el hambre que acecha a los niños, a los ancianos y a los enfermos, todas víctimas de una crisis cruel e injusta. Cuanto más aportemos, por poco que sea, más vergüenza sentirán los que han llevado a España a esta situación lamentable e insostenible. ¡Ánimo! ¡Colaboren!
Felipeángel (c)
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