¿Qué se han hecho los caudales
de los bienes monacales?
y las rentas nacionales
¿en qué se emplean?
¿Qué se hace de los millones,
de tantas contribuciones,
donativos a empellones
y otras gabelas?
Los frailes no están pagados,
ni cobran los retirados;
pero hay tantos empleados
que es un contento.
A las viudas no se paga,
la miseria se propaga,
con que alguno se lo traga,
y no hay falencia.
Dicen que en el ministerio
está todo el gatuperio
y que él es el cementerio
del oro y playa.
Yo digo que en el potaje
entran de todo linaje,
y que es un puro agiotaje
lo que ellos arman.
Lo que iba a amortización
cantarlo el kirieleisón
porque mejor pozo airón
jamás se ha visto.
Ahora por tesorería
se paga la frailería;
¡a Dios, a Dios, paga mía!
ya no te aguardo.
Pues a lo que va a parar
a la hacienda militar
también se le puede echar
el recorderis.
Que son los interventores,
comisarios y factores
una casta de señores
que Dios me libre.
Y no son menos polillas
los jefes de partidillas
que los pueblos y las villas
van recorriendo.
Piden doscientas raciones
para catorce pelones,
y si un poco te repones,
anda la espada.
De este modo yo no dudo
que esté el soldado desnudo,
y haya oficial bigotudo
con cintos de onzas.
Para muchos es cucaña
el que siga en nuestra España
el embrollo y la patraña,
y dure la guerra.
Y dicen, y con razón,
si se acaba la facción,
¿qué sufre tanto ladrón
como ha de haber?
Y entretanto una gavilla
va haciendo su pacotilla
apropiando cuanto pilla,
¿y esto no es robo?
Así se nos ve medrar
y como el cangrejo andar,
que para desesperar
nada nos falta
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