jueves, julio 31, 2008

DINO VALLS

Aun estoy impresionado; hacía tiempo que no descubría a un pintor cuya obra me causara tanto desasosiego y, al mismo tiempo, tanta y tan agradecida fascinación. Lo he encontrado en la web miraycalla, cuyas entradas son siempre magníficas.
Dino Valls es zaragozano. Según el curriculum que cuelga en su web, nació en 1959 y es licenciado en Medicina y Cirugía.
Si sus cuadros son increíbles lo son aun más si tenemos en cuenta que no utiliza modelos.


"Calami"


"Ipsius-F"


"La cuerda de plata"


"Malacia"


"Noxa"


"Trivium"

BUÑUEL: IN MEMORIAM


El 25 aniversario de la muerte de Luis Buñuel vuelve a congregar a sus adictos a un variada panoplia de celebraciones; menor, en todo caso, que las que tuvieron lugar con motivo del Centenario de su nacimiento, hace ya 8 años. En aquella ocasión escribí varios artículos. "Buñuel y el umbral de la pobreza" fue uno de ellos.


"BUÑUEL Y EL UMBRAL DE LA POBREZA"

Ahora que celebramos el Centenario del nacimiento de Luis Buñuel, apenas se ha oído hablar de su constante preocupación por la pobreza y, sin embargo, no hay más que leer las primeras páginas de sus memorias "El último suspiro" para darse cuenta de que su interés por la miseria humana le viene desde que era un niño.
Nos habla allí, por ejemplo, de "los pobres de solemnidad", palabras que, a primera vista, no parecen casar bien salvo que hagan referencia a algún obispo venido a menos del rodaje de "Las Hurdes" (Tierra sin Pan), de "Los olvidados" o de "Viridiana".
Luis Buñuel, que era hijo de indiano rico, recuerda que todos los viernes por la mañana los pobres del pueblo se sentaban enfrente de su casa y uno de los criados les repartía, a cada uno, un pedazo de pan y una moneda de diez céntimos, "limosna generosa" -nos dice- si la comparamos con el céntimo por barba que solían dar los otros vecinos ricos de la localidad". Era un ritual de caridad cristiana que no mitigaba ni abolía el estado de pobreza de quien la recibía pero que, en cierto modo, ayudaba a socorrer su padecimiento. Aquella escena la sitúa Buñuel en una Edad Media prolongada que afectaba, probablemente, a buena parte de España: un tiempo miserable de principios de siglo con una economía rota y un Gobierno inoperante.
La situación no estaba mucho mejor cuando rodó, cámara en mano, "Las Hurdes" (Tierra sin pan) con el patrocinio de Ramón Acín, un anarquista que terminó fusilado en los tristes días de 1936. La película fue prohibida por la censura y sólo pudo verse en este país muchos años más tarde. Hace poco asistí a su proyección en una de las salas del IVAM de Valencia, curioso lugar donde una mente privilegiada la hizo coincidir con unas obras muy ruidosas que imposibilitaba su audición. Pensé entonces que, hoy como ayer, mostrar la pobreza, la de antes y la de ahora, sigue siendo un asunto incómodo para los estamentos públicos.
Quizá por ello, por las trabas que iba encontrando a lo largo de su dilatada vida, Buñuel siguió empeñado en darnos su particular visión de las cosas y así, exiliado en México, volvió sobre el tema con "Los olvidados". Tras su proyección, la película fue tan maltratada por la prensa como lo fue su director, por ejemplo, cuando Berta Gamboa, esposa de León Felipe, se lanzó sobre él, indignada, gritando que aquellas imágenes suponían una infamia para el país que le había acogido con los brazos abiertos; pero la opinión de la crítica y de la intelectualidad mexicana cambió cuando el Jurado del Festival de Cannes de 1951 concedió a tan polémica cinta la Palma de Oro.
Lo vivido en México se repitió en España, años después, cuando Luis Buñuel recibió el mismo galardón por "Viridiana", pero aquí el prestigioso premio cinematográfico no provocó su reestreno en las grandes pantallas sino su absoluta prohibición.
Aparte de sus muchas lecturas, en la película puede verse a un pobre auténtico que merodeaba por el lugar del rodaje y que Buñuel incorporó, con sus ropas andrajosas, como un actor más.
Si don Luis viviera aun y se enterara por los períodicos de que, en este país, hay 6 millones de personas en el umbral de pobreza, probablemente pensaría, como yo pienso, que no hay argumento -ni siquiera cinematográfico- que pueda sostener, a las puertas del siglo XXI, que España va bien cuando a millones de españoles les va todavía jodidamente mal.

Felipeángel (c)

miércoles, julio 30, 2008

TOMANDO MEDIDAS

Fotomontaje: Raquel (c)

Después de oír al Ministro de Industria, Miguel Sebastián, estoy más tranquilo porque parece que, al fin, se impone en el Gobierno el sentido común.
Sus treinta y una medidas no son sólo un propuesta globalizadora para atacar y atajar los nocivos efectos de la crisis sino que se tratan, sin duda, de un globo sonda, de una apuesta, en definitiva, por la igualdad.
Ya sabemos que todos somos iguales, pero, como dijo George Orwell en "Rebelión en la Granja", unos son más iguales que otros; así que esta igualdad desigual, que en tantos ámbitos de la vida se manifiesta, tiene los días contados.
De las treinta y una medidas del Plan de Ahorro y Eficiencia Energética 2008-2011, me gustan sobre todo las que aconsejan a los ciudadanos que utilicen el transporte público y el uso de la bicicleta.
Aunque la redacción de los escritos gubernamentales suele ser ambigua, yo entiendo que estas propuestas van dirigidas a todos, incluidos los señores diputados de toda índole y los miembros y miembras del Gobierno. Si realmente se intentaran llevar a cabo, uno cree que deberían desaparecer el Parque Móvil del Estado y todos los Parques Móviles Autonómicos, con el consiguiente ahorro que esto supondría en la compra de coches y carburantes. No parece lógico recomendar a los ciudadanos el uso de la bicicleta y el transporte público sino se tiene la convicción de que la clase política debe predicar con el ejemplo. Si tal cosa hicieran, aumentaría el PIB y, aún mucho más, si los representantes del pueblo ajustaran sus dietas de transporte a lo que se viene firmando en la mayoría de Convenios de Empresa entre la Patronal y los Sindicatos.
No creo que lo veamos hasta septiembre porque, aunque las cosas no estén para tirar cohetes, lo más probable es que sus Señorías y los miembros y miembras del Gobierno se vayan de vacaciones, lo habitual en todo país que entra en crisis para que parezca que no la hay. Pero cuando lleguen esas fechas va a ser bonito, muy bonito y ejemplificador, ver a todos ellos acceder a sus puestos de trabajo en metro, o en autobús, o en bicicleta. Entonces comenzaremos a tener la impresión de que, al fin, después de treinta años, la clase política de este país ha dado el primer paso hacia la igualdad democrática.

Felipeángel (c)

GRACIAS POR SU COLABORACIÓN


Dice Agustín Fernández Mallo, en el último número de "El Cultural", que le tiemblan las piernas cada vez que oye la frase "por amor al prójimo", porque detrás de la palabra prójimo sólo hay abstracción, ideología, y añade " Los mayores desastres de la Historia se han hecho siguiendo ese totalitario y siempre sospechoso instinto llamado ´altruísmo´".
Hay otra frase, sin embargo, que, exenta de la carga de atrocidad de la primera, también lleva aparejada un enorme coste social. Se trata de "Gracias por su colaboración". Con esta sencilla fórmula se han eliminado millones de puestos de trabajo.
"Gracias a su colaboración", los clientes de los establecimientos de comida rápida no quieren pasar por maleducados y recogen sus bandejas después de haber comido. "Gracias a su colaboración" los conductores han convertido las gasolineras en autoservicios de carburantes. "Gracias a nuestra colaboración" somos millones los ciudadanos que nos vemos obligados a reciclar nuestras basuras para los Ayuntamientos respectivos sin ningún tipo de compensación a cambio.
No hace mucho, las cosas no eran así. Había camareros que recogían y limpiaban las mesas de los restaurantes; trabajadores que atendían los surtidores de gasolina y un buen número de profesionales que pagaban y reciclaban nuestros envases, botellas y papeles. El sistema era sencillo: el chatarrero te pagaba por los periódicos viejos al peso, y el tabernero te daba, por las botellas vacías, un pequeña cantidad. Todo el mundo salía ganando. Ahora, no. Retirar la bandeja o echar uno mismo la gasolina al coche no supone ningún ahorro para el consumidor, y reciclar las basuras o meter las ropas viejas en contenedores apropiados, tampoco. Simplemente, estamos creando, sin saberlo, mercados paralelos. Crees que tu ropa vieja va a terminar en la casa de un emigrante y, en realidad y en muchos casos, termina en los mercadillos de segunda mano de Marruecos.
Otro ámbito económico que se ha beneficiado de esta frase, sin decirla, es el de los bancos. No hace mucho, ni nuestras nóminas ni nuestros recibos estaban domiciliados. Muchas entidades tuvieron que ir, empresa por empresa, para convencer a sus trabajadores de la utilidad de sus servicios; por supuesto, sin coste alguno. Aquella operación, a gran escala, mandó al paro a miles de personas y, con el paso del tiempo, los supuestos beneficios que tal "altruísmo" bancario nos iban a reportar se convirtieron en comisiones.
Hoy la situación es irreversible salvo que cambiemos de mentalidad. Si dejamos la bandeja en los restaurantes de comida rápida, terminarán por contratar a uno o varios trabajadores para que las recojan; si los conductores se negaran rotundamente a utilizar las mangueras de los surtidores y exigieran un empleado para realizar esa función, también terminarían por contratar a alguien; y si nos negáramos a pagar los recibos de los gastos cotidianos de una casa por el banco, las compañías deberían tener la obligación de enviarnos un cobrador a domicilio, sin coste alguno.

Felipeángel(c)

martes, julio 29, 2008

MUCHO CUENTO : GEORGE ORWELL-"EL CAMINO DE WIGAN PIER"

"Lo primero que debe de sorprender a cualquier observador es el hecho de que la teoría socialista haya sido elaborada exclusivamente en el seno de las clases medias. El socialista típico no es, como se imaginan las trémulas ancianas, un obrero de aspecto feroz y voz ronca vestido con un mono sucio. El socialista típico es, o bien el joven snob comunista que, seguramente, dentro de cinco años, estará casado con una joven rica y se habrá convertido al catolicismo, o bien, más probablemente, el hombrecito serio de ocupación burocrática, que suele ser secretamente abstemio, a menudo con inclinaciones vegetarianas, con un pasado no conformista y, sobre todo, con una posición social que no tiene intención alguna de abandonar. Este tipo de hombre es sorprendentemente habitual en los partidos socialistas de todo matiz; quizá se han pasado a ellos, en bloque, desde el viejo Partido Liberal.
Está, además, la abrumadora presencia de personas extravagantes dondequiera que exista una agrupación de socialistas. A veces tiene uno la impresión de que las solas palabras "socialismo" y "comunismo" atraen con fuerza magnética a todo bebedor de zumos de fruta, nudista, maníaco sexual, cuáquero, curandero naturista, pacifista y feminista de Inglaterra.(...)
Hay que añadir a esto el feo hecho de que la mayoría de los socialistas de la clase media, mientras en teoría suspirar por una sociedad sin clases, se aferran tenazmente a sus miserables fragmentos de prestigio social...."

EL CEMENTERIO

Han puesto alambre de espino en las tapias del Cementerio de Vicálvaro; uno no sabe muy bien si es para que no entren los vivos o para que no salgan los muertos.

Foto: Felipeángel (c)


Foto: Felipeángel (c)


Foto: Felipeángel (c)


Foto: Felipeángel (c)




AHORRE ENERGÍA

Foto: Felipeángel y Raquel (c)

Parque Cuña Verde de Vicálvaro -Lunes- 28/7/08-20´00 horas.

lunes, julio 28, 2008

LA CIUDAD: ALEGORÍA DE LA VILLA DE MADRID

FRANCISCO DE GOYA: "Alegoría de la Villa de Madrid"-1810-Museo Municipal de Madrid

"Como no podía contar con retratar del natural al rey José, el pintor optó por colocar la efigie del soberano en un medallón que sostienen dos mancebos alados y al que señala una rubia mujer coronada que representa a Madrid y sujeta una lápida con el escudo de la Villa, a la vez que un perro, simbolo de la fidelidad, descansa a sus pies; otras dos figuras aladas vuelan y señalan el medallón tocando la trompeta y portando la corona de laurel que simbolizan la fama y el triunfo del rey. La obra pintada por Goya, que ha venido a denominarse Alegoría de la Villa de Madrid, sufrió numerosas vicisitudes, que son un curioso testimonio de los vaivenes políticos acaecidos en el país a lo largo del siglo XIX.
Al cabo de dos años y medio, el 10 de agosto de 1812, tras la batalla de Arapiles, el rey José huye de Madrid y se ordena entonces a Goya que cubra el retrato de Bonaparte en el medallón con la palabra "Constitución", referida a la promulgada en Cádiz ese mismo año. El 2 de noviembre regresa el rey José y el 30 del mes siguiente el Ayuntamiento acuerda llamar a Goya para que el cuadro "se vuelva a poner en el ser y estado en que se encontraba". Tres días después Goya comunicaba que la alegoría estaba como cuando salió de sus manos y pide ochenta reales para su discípulo Felipe Abas (nacido en Zaragoza en 1767), que fue quien se encargo de " descubrir el retrato de S.M." De nuevo huye de Madrid el rey francés y otra vez se pinta la palabra "Constitución" sobre el retrato; por oficio de Goya se pagan ahora solo sesenta reales al pintor Dionisio Gómez, en julio de 1813.
Vuelto de Francia Fernando VII, entre el 4 y el 17 de mayo de 1814 hubo de borrarse la palabra, ahora censurada, y sustituirse por un retrato del nuevo rey; en la última fecha lució la pintura en la recepción del soberano. No debió de ser Goya quien personalmente hiciera el retrato, sino que se recurriría a alguno de sus discípulos, pues en 1823 se le encargó al pintor Vicente López que mejorara la efigie; el retoque lo ejecutó en 1825 y el 3 de octubre de 1826 se le pagaron 2.000 reales, indicándose que la mudanza fue " por estar poco parecido al original". Pero en 1843 se borró el retrato del anterior soberano y se sustituyó por la inscripción "El libro de la Constitución". Por fin, destronada Isabel II, el alcalde marqués de Sardoal, en vista de que el retrato original de Goya era irrecuperable, ordenó que Vicente Palmaroli pintara en él la inscripción "Dos de Mayo" que todavía perdura."
(J.M. CRUZ VALDOVINOS: "Goya"-Biblioteca Salvat de Grandes Biografías-Salvat Editores S.A.-1987)

LOS BARQUITOS DE RAQUEL


"Dice mi hija Raquel que dentro de cada botella hay un barco; basta con soplar levemente en sus bocas y, al conjuro del mar de los deseos, el aire arrancará de sus vientres la escala musical de todas las sirenas. De modo que hemos trazado el curso de los ríos en el mapa de este Madrid abierto en canal como el cadáver de un pobre en una clase de disección y, aprovechando los calores de julio, hemos llenado las piscinas de nuestros sueños con barcos de botella a la deriva, silenciosos como Titanics de papel con luciérnagas en la popa para alumbrar los días tristes que puedan avecinarse; ágiles como veleros bergantines de viejos navegantes con las quillas desgastadas por el puñal de la luna; leves como las balsas de los cubanos flotando a un ritmo tibio de ron...; y así, aprovechando la calma que precede a la vigilia y las brumas que nos nublan el insomnio les hemos puesto rumbo hacia los mares del amanecer y, por tanto, hacia las tierras que cubre de sombras y sopor el hombre.
No todas las botellas producen el mismo sonido y esa particularidad, tan grata para quien lo escucha, nos sirve para que diferenciemos unos barcos de otros. Si soplamos, por ejemplo, en el interior de un botellón vacío de Coca-Cola nos traerá el sonido bronco del portaaviones que es dueño y señor de todos los mares, y si lo hacemos en el vientre oscuro de una botella de agua del Estrecho no oiremos sino el silencio de las pateras del hambre, del dolor y de la muerte.
Hay sonidos que nos traen aromas de cuerpos orientales, perfumes africanos, y otros que nos remiten a las luces de las aldeas lastradas por el miedo y la desesperación, y yo no sé si hasta allí llegarán, perdido el rumbo y la esperanza, los mensajes que mi hija Raquel ha ido metiendo dentro de cada una de las botellas las tardes de este verano borracho de sol y de sal, si hasta allí o hasta otros lugares lacrados por la hambruna y la pobreza, la represión y el crimen, llegará la marea de sus primeras palabras; si en sus costas se perderán, embarrancadas, las botellas con el sonido de un barco dentro y un mensaje infantil de buena voluntad; si allí no quedará, a la deriva y para siempre, un poco de ella y, por lo tanto, también un poco de nosotros mismos.
Sueña Raquel que dentro de cada botella hay un barco y dentro de cada barco un sueño. No sé si pediros que no se lo quitéis."

Felipeángel(c)

domingo, julio 27, 2008

MÚSICA DOMINICAL


LEÑO: "Este Madrid"


MORIS: "Sábado noche"


BARRICADA: "En blanco y negro"

viernes, julio 25, 2008

ICONOS DEL SIGLO XX: EL GUERNICA

"Aeropuerto de Barajas-Madrid-Desembarque de El Guernica"
"Colocación de El Guernica"
PABLO PICASSO: "Guernica"
RUSSELL CONNOR: "War and Peace II"
RUSSELL CONNOR: "Guernica lives"
EQUIPO CRÓNICA: "La visita"
EQUIPO CRÓNICA: "El intruso"
EQUIPO CRÓNICA: "Guernica"
CELESTE CORINA GENTILE: "Guernica" (vitral)
EUONES & JES: "Mural de El Guernica"-Madrid

HERMAN BRAUN-VEGA: "La fama después de Vermeer,con Goya y Picasso"

RON ENGLISH: "Grade school Guernica"
RON ENGLISH: "Superpop cowgirl Guernica"
JAVIER ARCE: "Estrujados-El Guernica"

LENA GIESEKE: "Guernica 3D"

Art's Desire
Cargado por nicop

miércoles, julio 23, 2008

LOS MUNDOS DE RAQUEL ( XIII )

Dibujo: Raquel (c)



"UNA TONTERIA"

Dice Raquel
que ha dibujado
una tontería.
Parece
un pez hambriento
o un cero
con pulmonía.
Dice Raquel
que ha dibujado
un hombre oso
pero parece
una estrella
con dos ojos.

Felipeángel (c)

martes, julio 22, 2008

CITA A CIEGAS

"Todo es bello. Hay que hablar de un cerdo como de una flor."

JULES RENARD

DE PERROS, COCHES Y MÓVILES

Foto: Raquel (c)



En este país, que llamamos España, los grandes pilares del sistema democrático no son la Justicia, la Educación y el Trabajo sino el móvil, el coche y el perro.
Yo no tengo ninguno de los tres, así que se pueden hacer una idea de por dónde me paso el sistema.
Vivir sin móvil, sin coche y sin perro no me supone un problema aunque comprendo que me estoy perdiendo múltiples ocasiones de fastidiar a la gente.
No hay más que observar a unos y a otros. Hay quien elige un perro como mascota y quien lo pasea por la calle como quien lleva un arma. Mi vecina se encuentra en el primer caso. Uno la ve bajar por las escaleras, con su perrito faldero tanteando los peldaños, e, inmediatamente, uno se da cuenta de que el perro conoce sitios secretos de su ama que yo no conoceré jamás. Cuando llega al parque le da achuchones pero, cuando se caga, le da asco recoger su mierda porque una cosa es sustituir a un niño por un perro y otra muy distinta tener que limpiar sus deposiciones. Para éso están los empleados del Ayuntamiento; para éso pagamos impuestos.
El que lleva el perro como quien porta un arma no es mejor. Su mirada es tan desafiante como la del animal con la salvedad de que el perro ladra y él no. Cuando lo pasea por la calle, se da cuenta de que la gente se retira a su paso como si se tratara de un cortacésped y esa aptitud, que denota miedo o precaución, le pone, le pone mucho, tanto que casi siempre le delata la sonrisilla estúpida que babea por su boca. Lo más probable es que algún día su perro de presa le muerda a algún distraído transeúnte y que termine saliendo en el Telediario; pero ya se sabe, como dijo Warhol, que todos tenemos derecho a quince minutos de gloria, aunque sea en televisión y entrando, con la cabeza tapada, en el coche de la policía.
Pero no es el perro, aunque lo parezca, el arma preferida de los asesinos sino el coche. Mister Ford quería liberar al proletariado dándole un vehículo al alcance de sus bolsillos y el resultado salta a la vista: millones de coches de todo tipo invaden, cada día, las ciudades, los pueblos y las carreteras de este planeta, algunos conducidos por personas a las que nunca se les daría permiso ni para ir al lavabo, y no pasa nada. Se asumen las miles de muertes diarias con la misma naturalidad con que se toma un café en el Cementerio del Este, mientras nos llevamos las manos a la cabeza porque un tipo hambriento se ha comido una especie protegida. Yo creo que, si hay alguien al que hay que proteger es a un ser humano de otro ser humano; a un inocente de un asesino; a las futuras víctimas de los terroristas de la carretera.
A veces parece que les importa y vemos campañas de concienciación pero, en el fondo, lo que interesa es vender, vender coches como sea, vender teléfonos móviles y casas con los tabiques de panderete y comida ultra-rápida y tantas otras cosas que no sirven absolutamente para nada, ni nos hace sentirnos mejor ni nos convierte en mejores personas.
Por alguna razón que se me escapa hemos perdido la medida del tiempo y el teléfono móvil es uno de esos inventos que buscan la inmediatez, cuando lo inmediato no siempre es necesario ni útil ni aconsejable. Si el perro ensucia nuestras calles y el coche contamina el aire, el teléfono móvil tiene el privilegio de invadirlo todo. Es raro encontrar un sitio donde no oigamos los politonos o el variado registro de voces de sus usuarios. A veces, cuando viajo en el tren de cercanías, me dan ganas de ponerme a leer en voz alta, pero no lo hago porque me doy perfecta cuenta de que, entre la histérica que va dándole la bronca a su marido por el celular y yo, al que tomarían por loco es a mí.
Vivir sin perro, sin teléfono móvil y sin coche es sencillo. Basta con coger un libro, escribir un correo electrónico y utilizar el transporte público. Me pierdo la oportunidad de poder ser un cabrón con los demás y, tal vez, termine siendo una víctima de algún desalmado pero qué quieren; como diría Groucho Marx, "Jamás aceptaría pertenecer a un club que me admitiera como socio"; al menos a un club como éste, al que pueden ir hijos de puta en coche, con el perro en plan gallito y hablando sin parar por su teléfono móvil de mierda."

Felipeángel (c)

lunes, julio 21, 2008

LA CIUDAD: LA GRAN VÍA

De mis muchos vicios y mis conocidas costumbres, Raquel ha heredado la pasión por Madrid y la vena fotográfica . Aquí van algunas de las instantáneas que ha tomado de la Gran Vía.


Foto: Raquel (c)


Foto: Raquel (c)


Foto: Raquel (c)
Foto: Raquel (c)


Foto: Raquel (c)


Foto: Raquel (c)

THE HOME 2

George Orwell escribió y publicó en 1937 un libro titulado "El camino de Wigan Pier" (Ediciones Destino S.L. -1976) en el que reflejó, con una prosa ágil y cuidada, las penosas condiciones de vida de gran parte de los trabajadores de las zonas mineras e industriales inglesas en aquellos años 30.
Para complementar las imágenes de Bill Brant, que colgué en la entrada correspondiente al día 26 de junio, voy a poner, como pie de foto, lo que George Orwell dice en su libro.


Foto 1

"Es cierto que la sordidez de las casas de esta gente es en algunos casos culpa suya. Aunque se viva en una casa "detrás con detrás", aunque se tengan cuatro hijos y se cobren del P.A.C. treinta y dos chelines y seis peniques a la semana, no hay ninguna necesidad de tener orinales sin vaciar en la sala. Pero también es cierto que las circunstancias en que viven no son para fomentar el propio respeto. El factor determinante es probablemente el número de hijos. De las casas que vi, las mejor cuidadas eran aquellas donde no había niños o había sólo uno o dos. Con seis niños en una casa de tres habitaciones, es imposible tener nada limpio. Una cosa a subrayar es que las señales más claras de la pobreza no están nunca en el piso de abajo, en la sala-cocina. Se puede visitar un buen número de casas, incluso de las más pobres, y llevarse una impresión equivocada, pensar que esta gente no pueden ser tan pobres si aún poseen un cierto número de muebles y algo de vajilla. Pero es en los dormitorios del piso superior donde realmente se ve toda la desolación de la pobreza. No sé si esto ocurre porque el amor propio hace que las familias se aferren hasta el final a los muebles de la sala o porque la ropa de cama es más fácil de empeñar."(Págs. 64-65)


Foto 2

"Seguramente es necesario descender a varias minas antes de formarse una idea aproximada de los procesos que tienen lugar en ellas. Esto es sobre todo porque el solo esfuerzo de desplazarse de un punto a otro hace difícil observar lo que ocurre en torno a uno. En algunos aspectos, la experiencia constituye una decepción, o por lo menos es diferente de lo que uno había imaginado. Entra uno en la jaula, que es una caja de acero del ancho de una cabina telefónica, aproximadamente, y dos o tres más larga. Tiene capacidad para diez hombres, a condición de que éstos se aprieten como sardinas en lata, y un hombre alto tiene que inclinarse para ir en ella. Se cierra la puerta de acero y alguien que maneja los mandos en la superficie nos deja caer en el vacío. Se tiene el habitual y momentáneo malestar en el vientre y una sensacion de estallido en las orejas, pero no se percibe apenas sensacion de movimiento hasta llegar cerca del fondo, cuando la velocidad disminuye tan rápidamente que uno juraría que el aparato vuelve a ascender. En la mitad del trayecto, la jaula alcanza probablemente los sesenta kilómetros por hora; en algunas de las minas más profundas es todavía mayor. Una vez en el fondo, cuando uno se agacha para salir, se encuentra quizás a cuatrocientos metros bajo tierra. Es decir, que se tiene, por así decirlo, una montaña encima: cientos de metros de dura roca, huesos de animales de expecies extinguidas, subsuelo, masas de piedra, raíces de plantas, hierba y vacas paciendo en ella, todo suspendido sobre la cabeza de uno y apoyado sólo en unos maderos del grosor de la pantorrilla. Pero, debido a la velocidad del descenso, la sensacion de profundidad no es mucho mayor de la que se tiene en la estacion de metro de Piccadilly."
(Pág. 28)


Foto 3

"El estado físico de la gente en las ciudades industriales es muy malo, más aun que en Londres. En Sheffield uno tiene la impresión de hallarse entre una población de trogloditas. Los mineros son tipos espléndidos, pero suelen ser bajos, y el hecho de que sus músculos estén endurecidos por el ejercicio no significa que el físico de sus hijos tenga que ser mejor. En cualquier caso, los mineros son, desde el punto de vista físico, lo mejor de la población. Las muestra más evidente de desnutrición es el mal estado de la dentadura de todo el mundo. En Lancashire, habría que buscar mucho para encontrar a una persona de la clase obrera con los dientes en buen estado. En realidad, se ve a muy poca gente que conserve los dientes, en el estado que sea, aparte de los niños; e incluso los dientes de los niños tienen un aspecto frágil y azulado que indica, me imagino, falta de cal. (...) En cuanto a las cifras de mortalidad, el hecho de que en cualquier gran ciudad industrial el índice de mortalidad adulta y el de mortalidad infantil de los barrios pobres sea siempre aproximadamente el doble del de los barrios acomodados -mucho más del doble en algunos casos- no necesita comentario."
(Págs. 100-1001)


Foto 4

"La actitud de los trabajadores hacia la educación es muy diferente de la nuestra, y muchísimo más sensata. Los obreros suelen sentir un vago respeto por el saber en los demás, pero cuando la cuestión "educación" les afecta directamente, manifiestan ante ella una total indiferencia y la rechazan por un sano instinto. Hubo un tiempo en que yo me compadecía vivamente de los muchachos de catorce años a quienes, según yo imaginaba, se arrancaba de la escuela contra su voluntad para ponerles a trabajar en tareas miserables. Me parecía horroroso que, a los catorce años, alguien pudiera ser condenado a trabajar. Ahora sé que no hay una chica de clase obrera entre mil que no suspire por el día en que dejará la escuela. Estos muchachos quieren hacer un trabajo de verdad, en lugar de perder el tiempo en bobadas como la historia o la geografía. Para los obreros, el hecho de permanecer en la escuela hasta las proximidades de la edad adulta resulta despreciable e impropio de un hombre. La idea de que un grandullón de dieciocho años, que debería llevar a casa una libra semanal, vaya aún a la escuela con un uniforma ridículo y reciba incluso bastonazos cuando no hace los deberes, es para ellos el colmo del absurdo."
(Págs. 119-120)


Foto 5

"Detrás de una de las casas, una mujer joven yacía arrodillada sobre las losas e introducía un palo en la tubería de desagüe de la fregadera, que debía estar atascada. Tuve tiempo de observarla bien; vi su delantal de harpillera, los toscos zapatones (...) Cuando el tren pasó cerca de ella, levantó la vista, y yo estaba casi lo bastante cerca como para que mi mirada se cruzase con la suya. Tenía la cara redonda y pálida, la habitual marchita de la chica de barrio obrero que tiene veinticinco años y aparenta cuarenta, debido a los abortos y al agotamiento. Durante los segundos en que la vi, aquella cara mostraba la expresión más triste y desesperada que he visto nunca (...) Lo que vi en la cara de la mujer no era el sufrimiento ignorante de un animal. Ella sabia muy bien lo que le pasaba y comprendía también como yo lo horrible que era su vida..."
(Pág. 22)