jueves, septiembre 09, 2010

OIGO AMANECER

Foto: Felipeángel (c)


Oigo amanecer en la tos del vecino de enfrente, ahumada y cancerosa, constante y cerril; oigo amanecer en los mecanismos del camión de la basura, llevándose nuestras inmundicias a un lugar lejano de ratones y gaviotas; oigo amanecer en las escobas de las mujeres que limpian los portales, en el agua enjabonada que corre por las aceras como una culebra febril de pompas de jabón; oigo amanecer en la máquina perforadora que sigue agujereando el barrio, para poner señales o buscar arroyos escondidos, veneros de duendes o fosas de una guerra perdida e incivil; oigo amanecer en las voces de las asistentas sociales, en las sirenas de las ambulancias, en los cláxones de los coches, en el taconeo de las amas de casa camino del mercado o del prostíbulo; oigo amanecer recordando otros amaneceres junto a la playa, subido en lo más alto de la más alta torre, perdido en un desierto de lluvia y soledad, esperando en el camino que no ha de llevarme a ninguna parte salvo al encuentro de mis lejanos días y mis cercanas horas; oigo amanecer con ese ruido municipal que no debiera existir; al menos por dar ejemplo y ceñirse a sus campañas de lucha contra la contaminación sonora; oigo amanecer sobre un paisaje de álamos temblones y pájaros expósitos; oigo amanecer con los primeros frios del amanecer, con los iniciales síntomas de que el verano rinde cuentas en las moribundas hojas de los árboles, mientras el matutino relente me pone en los brazos la carne de gallina y en los recuerdos las primeras lágrimas del paraíso perdido y la desolación; oigo amanecer sin oír aun el ruido de las noticias de los periódicos, su estruendo de riadas y tormentas, sin sentir la mascletá de la ambición humana, el triquitraque de las disputas políticas, el petardeo de las petardas y el besuqueo de las ramplonas; oigo amanecer sin el tic-tac de la radio en la oreja ni el bum bum de la televisión, en los ojos, con un ladrido de perros en la escalera y un correr de poleas en las terraza; oigo amanecer como amanece la ciudad todos los días, con su pizquita de sol y su poquita de mierda, desperezándose como una adolescente en la mullida cama; dejándose abrazar por este ramillete de ruidos que la quieren y la maltratan, la miman y la mancillan; oigo amanecer sabiendo que lo que ahora escribo no esperará en la mesa de la redacción del periódico durante unos eternos días para verlo, por fin, publicado en el papel impreso, sino que estará allí, en otros amaneceres cercanos o lejanos, en un segundo, nada más terminar de escribir la última frase, la última palabra, la última letra de este milagro diario que es oír cada mañana amanecer.

Felipeángel (c)

Foto: Felipeángel (c)

1 comentario:

Ele Bergón dijo...

Muy bueno el articulo.
A veces, en algunos dias tambien oigo amanecer y no es lo mismo en el campo que la ciudad, los ruidos son parecidos, pero no iguales.

Me gusta el amanecer porque es lo que acaba de comenzar, pero tambien el atardecer tiene su encanto porque esta lleno de nostalgia y este otoño que esta a punto de comenzar creo que es mas propicio para recrearse en la tarde que en la mañana, aunque los ruidos de esta parte del dia se distinguen menos por ser muchos mas.

En fin que me enrollo como las persianas.

Por cierto ha contactado conmigo Fernando Robles por medio de Facebook, anque yo ese medio no lo utilizo mucho.Me dice que esta bien y con un libro, no se si de lectura o escritura.

Un abrazo

Luz