viernes, abril 24, 2009

MILLER, NIN Y ARTAUD

En los tiernos años de mi educación sentimental y literaria frecuenté la lectura de los libros de Henry Miller, Anaïs Nin y Antonin Artaud.
Miller era el cartero que siempre llamaba dos veces; Anaïs la muchacha que hablaba del sexo con una delicadeza propia de una odalisca de la Belle Epoque; y Antonin, el poeta que pintaba la vida con trozos y trazos de locura y de mierda.
Los tres mantuvieron en los años treinta una relación estrecha y creadora en la que Anaïs dejó que entrara Artaud en su casa y Henry Miller en su cama. En esto se parece un poco a la relación entre Guiomar y Antonio Machado; pero mientras don Antonio calmaba su rijo iéndose de putas, Antonin atajaba sus crisis nerviosas con esencias de láudano.
Dice Anaïs en "Incesto", libro perteneciente al gran friso de sus "Diarios":

"Cuando miré su boca, con las comisuras ennegrecidas por el láudano, una boca que no quería besar, por una curiosa estratagema de superimposición... supe que de nuevo me sentía empujada a la muerte, al final, a las culminaciones, a las locuras..."

"Siento una inmensa piedad por Artaud, porque siempre sufre... Sé que los nervios y la sensibilidad de Artaud se alivian aquí. Es la oscuridad, la amargura de Artaud lo que quiero curar. Físicamente no quiero tocarlo. Amo la llama y el genio que lleva dentro".

"No pienso en Artaud como cuerpo. De su cuerpo sólo conozco sus ojos. Me gustan su delgadez, sus gestos. Se parecen a sus pensamientos... No quiero estar cerca de su cuerpo. Estoy enamorada de su mente, de la más sutil de las inteligencias, de todas las manifestaciones sobrenaturales. Me gustaría sólo escribirle, no estar con él."

La relación entre Pilar Valderrama y Antonio Machado la contó Ian Gibson, muy detalladamente, en su libro "Ligero de equipaje". Dice en la página 467:

"Desde el primer momento, si hemos de creer a Valderrama, ella impuso las condiciones que debieron regir la relación, y le dijo al poeta que por fidelidad a sus creencias, a sus hijos, y a sí misma "no podía ofrecerle más que una amistad sincera, un afecto limpio y espiritual, y de que no ser aceptado por él, no nos volveríamos a ver". Y Machado, según ella, contestó: "Con tal de verte, lo que sea."
Valderrama reconoce que Machado, en virtud de tal pacto, padeció la tortura "de la barrera que nos separaba materialmente".


Henry Miller, en cambio, mantuvo una relación intensa con Anaïs, que se vió reflejada en su numerosa e íntima correspondencia. Cuando se conocieron en el mes de noviembre de 1931, ella tenía 28 años y estaba casada con el banquero Hugo Guiler; él, en cambio, ya había cumplido los 40, convivía con June Edith Mansfield , una bailarina de tango, y era un escritor hambriento, pobre y desconocido.
Para la mayoría de sus biógrafos, Henry y Anaïs comenzaron su pasión amorosa en el mes de marzo de 1932, a la que se unió la bisexual June, meses más tarde, a su vuelta a París.
Dice Henry Miller en una de sus cartas:

"Terriblemente, terriblemente vivo, afligido, absolutamente consciente de que te necesito... He de verte, te veo brillante y maravillosa y al mismo tiempo le he escrito a June y me siento desgarrado, pero tú lo entenderás, debes entenderlo. Anaïs, no te apartes de mí, me envuelves como una llama brillante. Anaïs, por Dios, si supieras lo que siento en este momento. Quiero conocerte mejor. Te quiero. Te quise cuando viniste a sentarte en mi cama- esa segunda tarde fue toda como una cálida neblina- y de nuevo oigo cómo pronuncias mi nombre, con ese extraño acento tuyo. Despiertas en mí tal mezcla de sentimientos que no sé cómo acercarme a ti. Ven a mí, aproxímate a mí, será de lo más hermoso, te lo prometo. No sabes cuánto me gusta tu franqueza, es casi humildad. Sería incapaz de oponerme a ella. Esta noche he pensado que debería estar casado con una mujer como tú. ¿ O es que el amor, al principio inspira siempre esos pensamientos? No temo que quieras herirme. Veo que tú también posees fuerza, de distinto orden, más escurridiza. No, no te romperás. Dije muchas tonterías sobre tu fragilidad. Siempre he sentido un poco de vergüenza, pero la última vez menos. Acabará desapareciendo toda.
Tienes un sentido del humor delicioso; lo adoro. Quiero verte reir siempre. Te lo mereces. He pensado en sitios a donde deberíamos ir juntos, sitios oscuros, aquí y allí, en París, por el simple hecho de decir "aquí vine con Anaïs", "aquí comimos, bailamos, o nos emborrachamos juntos". !Ay!, verte borracha alguna vez !qué privilegio!, casi me da miedo de proponértelo; pero Anaïs, cuando pienso cómo aprietas contra mí, cuán ansiosamente abres las piernas y qué húmeda estás, Dios, me vuelvo loco de pensar en cómo serías cuando todo se disuelve. Ayer pensé en tí, en cómo ciñes las piernas en torno a mí, de pie, en cómo se tambalea la habitación, en cómo caigo sobre tí en la oscuridad sin saber nada. Y me estremecí y gemí de placer. Pienso que si he de pasar todo el fin de semana sin verte, resultará intolerable. Si es preciso, iré a Versalles el domingo- lo que sea, pero he de verte-. No temas tratarme con frialdad. Me bastará con estar cerca de tí, con mirarte admirado. Te quiero, eso es todo."

El paso de los años y los continuos expurgos han ido dejando mi biblioteca casí vacía de la obra de unos y de otros, pero mientras apenas puedo encontrar nada de los "Trópicos" o de los "Diarios", los poemas y las locuras de Antonin Artaud siguen teniendo cuerpo y polvo, como un buen reserva, en los suburbios poéticos de mi estantería.

Felipeángel (c)

1 comentario:

Ele Bergón dijo...

Cuando estuve viendo la exposición me acordé de lo mucho que te gustaba Artaud. Te confieso que la vi un poco deprisa pues a la amiga que me acompañaba no la atraía en absoluto los dibujos tan atormentados y los textos los vimos un poco por encima, pero no recuerdo el que hubiera mención a Miller y Nin y yo estaba convencida de que existia porque en otras ocasiones ya me habías hablado largo y tendido de los tres.

Después de leer esta entrada me han entrado ganas buscar los libros que mencionas y leerlos. Creo que tengo en casa "Tropico de Cáncer" y es muy posible que lo empezase a leer, pero sé que luego no lo he terminando. Leí algunos diarios de Nin, pero creo que eran los censurados. De Artaud he leído algunos poemas sueltos.

De la relación de Antonio Machado y Guiomar sí conozco más pues leí el libro que mencionas "Ligero de Equipaje" y aquel diario que publicó Guiomar que parece que era bastante subjetivo. Y claro, hay muchas diferencias y es que la "castidad española" parece que pesa, aunque quiza... no nos lo hayan contado todo.

Un abrazo.