martes, mayo 22, 2012

LA PRINCESA ESTÁ TRISTE



La princesa está triste. ¿Qué tendrán las princesas?
Que le vino la regla, que no tiene compresas;
que le aterra la sangre; que no aguanta el dolor;
que libró la doncella de los fieles recados,
del vasito de agua y el cartón de Ducados.
La princesa se cisca en su lecho de amor.

El jardín decoroso de sus labios letales
deletrea un surtido de variados pañales
a la vez que en la puerta pedorrea un bufón;
la princesa no ríe, la princesa no miente;
la princesa es un pomo de olor pestilente;
teruvela nocturna de alocada pasión.

¿Piensa, acaso, en pastillas de cura divina
o en los  morros feroces de alguna argentina
remediando con sombras la falta de luz?
¿O en el bello don Juan de selvas  distantes
o en el gran guerrero dueño de diamantes,
o en viejas pasiones con sangre en la cruz?

¡Ay! de la princesa de la boca mohosa,
quiere ser menos fina, quiere ser otra cosa,
tener reglas ligeras, bajo techo gritar;
ir a Sol por la escala luminosa de un payo,
saludar a los chicos con pancartas de mayo
o dejarse la piel intentando ayudar.

Ya no quiere el Palacio ni el tubillo de plata,
ni al bufón encantado, ni el pollón escarlata,
ni a los yonquis que pueblan su laguna de azur;
y está triste el camello que trafica en la Corte,
los chinitos de Oriente, los maricas del Norte,
de Occidente las golfas y las locas del Sur.

¡Pobrecita princesa de los senos azules!
¡Esta presa en su mierda, está guarra en sus tules,
en la jaula de mármol de su cama real;
la camita soberbia que conoce a los guardas,
que frecuentan los negros con sus cien alabardas,
un eunuco castrado y un pivón colosal.

¡Oh, quién fuera cajera proletaria y pálida
y no pobre princesa con piel de crisálida!
¡Oh visión adorada  si aparece  el bus!
¿Quién no sueña con nubes de despertadores,
con supermercados, estantes y flores,
con entrar en el metro y oler a parrús?

-Calla, calla, princesa -dice  en la cocina,
y hacia ella va un pinche con la cura divina;
en la mano un buen plato con pollastre y arroz,
y arrastrando un carrito feliz se divierte
porque sabe que tiene a su alcance la suerte
de aliviar los dolores que padece su amor.

Felipeángel (c)

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