jueves, diciembre 20, 2012

PRIMER AÑO MARIANO



Estos últimos días el PP ha celebrado en comandita el Año del Miedo, un año en el que el Gobierno de Rajoy nos ha amilanado a todos o, dicho en roman paladino, nos ha puesto los cojones de corbata, con la excepción hecha de la Banca; no hay más que ver los telediarios para comprobar que los únicos que sonríen en España son los banqueros; a los demás se nos ha quedado la cara y el sueldo congelado, como si el cambio climático hubiera venido de la mano del cambio político  para terminar de complicarlo todo un poco más.
No quiero ni pensar en los que han caído en las garras del paro, o en el tremedal de las enfermedades crónicas, o en el oscuro laberinto de los desahucios  o en la incierta sima de una jubilación forzosa y recortada cuando se inicia el triste camino de la vejez; a todos ellos el PP los quiere mudos, que no vean, que no oigan, que no llamen a ninguna puerta para resolver su infortunio, porque los recortes, ya lo saben, no nos cansaremos de repetirlo a toda la ciudadanía, se han llevado las prestaciones, las subvenciones y hasta el bajo de los pantalones, que ahora todos parecemos Cristobalito Gazmoño con su su aro y su piruleta, expuestos a la intemperie.
El Gobierno del PP   siente mucho causarnos dolor; quiere decirse que no solo entona el mea culpa  por habernos  rebajado la talla del bienestar social sino que actúa como esos desaprensivos que le quitan la piruleta al niño, para ver complaciente cómo llora, y le arrebatan el aro para que corra tras él, sin alcanzarlo; luego no entienden nuestros arrebatos, que pataleemos y nos manifestemos, en frente del Congreso de los Diputados o en el kilómetro cero de la Puerta del Sol. Piensan que sólo somos niños consentidos, ciudadanos mimados que hemos vivido la última década por encima de nuestras posibilidades, pobres criaturas a las que hay que enseñar a olvidarse de la dulce piruleta de sus sueños y del aro saltarín de la ayuda estatal.
Con este panorama, metidos de lleno en las fiestas navideñas, a ver quién se come las doce uvas sin atragantarse, quién es el bonito que grita lo de ¡Feliz y Próspero Año Nuevo! y cosas así, porque ya nos dicen los expertos que de feliz va a tener poco, y próspero, lo que se dice próspero, lo será, como siempre, para unos pocos.
A veces oímos decir a los que nos gobiernan que esta situación calamitosa que vive el país les tiene, cada noche que pasa, más desvelados pero yo creo que lo que realmente les desvela es el miedo; no el miedo que tienen, que pueden tenerlo, no digo que no, sobre todo a perder las próximas elecciones, sino el miedo que dan. Les da miedo dar tanto miedo a la gente; les da miedo el miedo que provocan en el ámbito judicial, en los pasillos de la Sanidad Pública, en el mundo docente de la Educación, en las colas del INEM, en el día a día de los dependientes, en el gran teatro de la Cultura, en cada aldaba de cada casa española que, cuando resuena, paraliza a sus moradores y les impide abrir la puerta, no vaya a ser que entre el sacamantecas, el hombre del saco o el señorito del PP que celebra su Primer Año Mariano  sin milagros a la vista.

Felipeángel (c)

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