jueves, febrero 22, 2007

LOS ULTIMOS DIAS DE ANTONIO MACHADO

Villa Amparo


He ido muchas veces a Portbou; me he bañado desnudo en sus calas; he comido pollo al cava en "El Internacional" y la mejor crema catalana en el restaurante de Luis; he andado por sus costanillas y he sentido silbar la tramontana como sólo puede hacerlo un viento sin alma que te tira y enloquece. Es un pueblo tranquilo pero hubo un tiempo lejano en que sus calles se llenaron de personas que huían, en que la carretera que se ve desde la playa, como una cinta rodeando la montaña, era un continuo reguero de coches, animales de carga y gente sin futuro intentando llegar al otro lado de la frontera. Entre ellos iba Antonio Machado.
He leído esta historia muchas veces escrita por distintos autores. La que, tal vez, se acerca más a la verdad es la de José Luis Cano.
El largo peregrinaje del poeta empezó en los primeros días de noviembre de 1936, cuando las tropas de Franco asediaban Madrid. Pensó el Gobierno de la República que los intelectuales corrían peligro en la Capital y decidieron evacuarlos a Valencia con los gastos pagados. Rafael Alberti fue el elegido para convencer a Don Antonio, y el poeta aceptó siempre y cuando fueran con él su madre y sus hermanos Joaquín y José, con sus respectivas familias, ocho hijos en total.
Fueron a Valencia, a un chalet con jardín en las afueras de Rocafort, un pueblo cercano a la capital del Turia, llamado "Villa Amparo".
Ya estaba enfermo pero seguía colaborando en "Hora de España", en "La Vanguardia" y en otras publicaciones. Algunos de aquellos textos y poemas terminaron formando parte de su último libro "La guerra", editado por Espasa-Calpe. Escribía de noche, en el comedor de la casa, arropado con un gabán para protegerse del frio, hasta que por la ventana entraban las primeras luces del amanecer.
Le costaba andar. Debido a la arteriosclerosis, lo hacía arrastrando los pies; apenas dejaba la casa pero el Gobierno de la República que, como él, fue trasladado a Valencia, le hacía participar, de cuando en cuando, en actos públicos de gran relevancia política, como el II Congreso Internacional de Escritores en Defensa de la Cultura, que se celebró en la ciudad en el mes de julio de 1937.
En abril de 1938, ante el avance de las tropas franquistas, Antonio Machado y su familia se desplazan a Barcelona y se alojan en el hotel Majestic; un mes después se trasladan a un palacete del Paseo de San Gervasio, conocido con el nombre de "Torre de Castañer". Allí permaneció hasta el 22 de enero de 1939, escribiendo sus cuartillas, con la misma aplicación que cuando era joven, para la revista "Hora de España" y para los boletines diarios de la Subsecretaría de Propaganda.
El riguroso invierno minó más su salud y el cercano sonido de la guerra iba poniendo en su semblante el sereno rictus de un trágico final.



Fue el doctor Puche, Director General de Sanidad, por entonces, quien, dispuso varios coches de la Dirección que regentaba para que salieran de la ciudad condal hacia la frontera. El deterioro físico del poeta era cada vez mayor y el desenlace de la guerra cada vez más previsible. A la caravana se unieron los coches de otros intelectuales republicanos que, a pesar de las alarmas antiaéreas, lograron llegar a Gerona a la mañana siguiente. De allí, corriendo el peligro de ser bombardeados por los aviones nacionales, viajaron hasta Cerviá de Ter.
El día 28, de anochecida, unas ambulancias de la Sanidad Militar los trasladaron a una masía catalana, el Mas Faixá, habitada, entre otros por "Corpus Barga, los doctores José Sacristán y José Royo Gómez, y el profesor Juan Roura".
Dice José Luis Cano que esa noche nadie durmió y que "Machado, entumecido, con su inseparable bastón entre las piernas, bebía con dificultad una taza de leche condensada que no acababa de diluírse en el agua".
Salieron a la mañana siguiente pero la larga caravana del exilio era interminable y lenta. El coche en el que iba Don Antonio se quedó sin gasolina. Su madre desvariaba, hacía frío y, por la tarde, comenzó a llover. Hubo un momento en que ya resultaba imposible avanzar y todos fueron saliendo de sus vehículos para cubrir los últimos kilómetros que les separaban de la frontera a pie. Es el tramo de carretera que se ve desde la playa de Portbou, como una cinta plateada que, en aquellos días, se llenó de bultos dejados en las cunetas, coches y ambulancias abandonadas , y miles de personas camino de un futuro incierto. El trato que los franceses dieron a los españoles fue despreciable y humillante. Un buen testimonio es la novela de Andrés Trapiello, "Dias y noches" (Espasa Calpe -2000) .



En el trasiego de bultos y personas, Antonio Machado perdió su maleta. Contenía las cartas de Guiomar y muchos poemas manuscritos, algunos probablemente inéditos.
"Con la ayuda de Corpus Barga -nos cuenta José Luis Cano- que había hecho una gestión previa con el comisario francés del puesto", la familia Machado pasa la frontera y son trasladados en coche hasta Cerbére. En la estación se refugiaron en la cantina y, más tarde, en un vagón de ferrocarril que estaba en vía muerta.
Al día siguiente, ayudado en todo momento por Corpus Barga, salieron en tren hasta Colliure. Debido a unas obras, tuvieron que acercarse a la estación a pie, Machado con gran dificultad y su madre en brazos de su gran amigo. Descansaron en la tienda de un anticuario y terminaron alojados en el hotel Bougnol-Quintana, en dos habitaciones: una para Antonio y su madre, y otra para José y su esposa, apenas un mes.
Enfermó de pulmonía y el 22 de febrero entró en coma. Murió al atardecer. Tres días después moría su madre.
A Antonio Machado lo enterraron el 23 de febrero en el cementerio de Colliure. Cubrieron su féretro con la bandera republicana.
Muchos años después, unos desconocidos poetas de Vicálvaro le hicimos un homenaje poético en un Centro Cultural de Madrid. Fuimos a la Embajada Francesa a pedirles una bandera para ponerla sobre un catafalco. Firmamos un papel y nos la prestaron.

Felipeángel (c)

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