He terminado de leer DO FUIR, el noveno volumen del Diario de Andrés Trapiello, "Salón de pasos perdidos", título que algunos críticos creen que se debe a James Joyce.
Ha sido como si te invitaran a una fiesta con fuegos articiales en las últimas horas del día. Recorres sus casas, ves a sus amigos, te vas de excursión con sus hijos, contemplas a su mujer y a sus vecinas, te acercas al Rastro para comprar alguna primera edición... todo muy normal hasta que, en las últimas páginas, te encuentras con ese viaje a La Habana de una delegación española formada por la Ministra de Cultura de entonces, Carmen Alborch, y un escogido grupo de editores y escritores entre los que se encuentra, por ajustes de ultimísima hora, Andrés Trapiello.
Ha sido como si te invitaran a una fiesta con fuegos articiales en las últimas horas del día. Recorres sus casas, ves a sus amigos, te vas de excursión con sus hijos, contemplas a su mujer y a sus vecinas, te acercas al Rastro para comprar alguna primera edición... todo muy normal hasta que, en las últimas páginas, te encuentras con ese viaje a La Habana de una delegación española formada por la Ministra de Cultura de entonces, Carmen Alborch, y un escogido grupo de editores y escritores entre los que se encuentra, por ajustes de ultimísima hora, Andrés Trapiello.
Habría que ir a la hemeroteca para leer los periódicos de 1995 y así enterarse de quienes formaban el grupo.Trapiello no da muchos detalles -Manuel Borrás, su editor, y un escritor barcelonés que podría ser el ya fallecido Vázquez Montalbán- pero no estoy por la labor. Da igual. La mayoría eran - y tal vez lo sigan siendo- procastristas en una Cuba hundida, hambrienta y amargada.
Trapiello, que no está por la revolución, visto el estado lamentable en que se encuentra la isla y sus habitantes hace un retrato preciso y precioso de esos días en que el intenso calor, la humedad, las jineteras, los recitales de poesía, la búsqueda de libros y las historias entrelazadas se mezclan en un puzzle en el que navega a contracorriente.
Trapiello, que no está por la revolución, visto el estado lamentable en que se encuentra la isla y sus habitantes hace un retrato preciso y precioso de esos días en que el intenso calor, la humedad, las jineteras, los recitales de poesía, la búsqueda de libros y las historias entrelazadas se mezclan en un puzzle en el que navega a contracorriente.
Once años después de escrito aquello la situación no es mejor. Fidel no termina de morirse del todo, debe ser el destino de los dictadores, y el pueblo tampoco.
Hoy se van a recoger libros en el bar La botellita, sito en la calle Serrano, para que los turistas que vayan a la isla se lo den a los cubanos y, al menos, ya que no comen, lean, aunque sea clandestinamente.
"No hay libertad de expresión", dicen los disidentes. Tampoco que llevarse a la boca. Trapiello lo dijo entonces y se le echaron encima. Su testimonio, recogido en Do Fuir, tiene hoy más valor que entonces.
"No hay libertad de expresión", dicen los disidentes. Tampoco que llevarse a la boca. Trapiello lo dijo entonces y se le echaron encima. Su testimonio, recogido en Do Fuir, tiene hoy más valor que entonces.
No hay como ser progre en un estado capitalista o, dicho de otro modo, no hay como ser capitalista en un estado comunista.
Felipeángel (c)
Felipeángel (c)
No hay comentarios:
Publicar un comentario