Yo nací en Cantalejo
cierta mañana,
asombrando a la gente
cantalejana,
porque salí gritando
como un gallete:
-¡Yo quiero una niñera
de rechupete!
Con teta me callaron
y al mes completo,
mi familia asegura
que hice un soneto.
Desde entonces he escrito
cien mil cuartillas,
pero como poeta
sigo en mantillas.
Y, si aquí castigaran
los tribunales,
los ripios y delitos
gramaticales,
con que la lira a veces
nos importuna...
¡ya estaría yo en Ceuta,
sin duda alguna!
Desde mi pueblo humilde,
pueblo de obreros,
donde se hacen las cunas
y los harneros;
un pueblo laborioso,
sobrio, sufrido,
al que en mis alegrías
no echo en olvido
y tendrá la importancia
de Barcelona...
si yo soy Consejero
de la Corona;
-que llegaré, aunque tarde,
bien se adivina:
¡ya soy oficial quinto
de mi oficina!
Pues bien, desde mi pueblo,
vine a Segovia;
entré en el Instituto;
me eché una novia;
y fui -no es darme tono-
mal estudiante,
pero, en fin, como pude,
salí adelante;
estudié la carrera
del Magisterio
y en ella he demostrado
tan buen criterio,
que estuve cuatro meses
sólo en funciones
y, al advertir mi falta
de condiciones,
para ese sacerdocio
que tanto admiro,
colgué las disciplinas;
pedí el retiro
y eso es -como a cualquiera
bien se le alcanza-
prestar buenos servicios
a la enseñanza.
Hoy vivo de las coplas
y las minutas
y no es fácil que siga
distintas rutas,
puesto que, al fin, en casa
vamos pasando...
¡y hasta comemos carne
de vez en cuando!
Suelo acudir a ciertos
juegos florales,
si a la flor acompañan
algunos reales,
y si en especie dieran
premios diversos...
¡ni a un concurso dejaba
de mandar versos,
pues es más decoroso,
sin duda alguna,
cantar a la argentada,
pálida luna
y a la brisa que agita
las arboledas,
¡que robar en la calle
portamonedas!
En cuanto a mi estatura...
no meneallo;
me puede en las espaldas
picar un gallo;
suele ser mi carácter
tristón, sombrío,
y soy un mentiroso
cuando me río,
pero tomar procuro
la vida a guasa,
puesto que es así como
mejor se pasa
y porque a esos poetas,
siempre llorones,
que lanzan mil suspiros
en sus canciones,
figurando en la odiosa
grey modernista,
¡no hay mortal en el mundo
que los resista!
Tengo cuatro rapazas;
-como marido
se ve bien claro que he hecho
cuanto he podido!-
y cuando escribo en casa
cualquier Retazo,
es siempre entre mis chicas,
un exitazo,
y hasta mi esposa dice:
-"¡Chico, admirable!
¡Eres un genio... a veces
insoportable!"
Siento anhelos de gloria
y en la campaña
quiero subir a lo alto
de la cucaña,
pero.... ayudan muy poco;
voy yo solito
¡y el que va sólo marcha
tan despacito!
que aunque ¡sube! le dice
la voz amiga,
se lo estorban las ansias
de la fatiga.
Este soy -ya cumplidos
los cuarenta años-
sin mentiras odiosas
y sin engaños;
envuelvo entre sonrisas
muchos reveses;
tengo buenos amigos;
no tengo ingleses
y... la vulgar historia
se ha terminao,
del que vino a este mundo
como rodao.
"Mis chiquillos y yo" (Antonio San Martín Impresor y Librero. Segovia, 1914)
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