El 8 de enero de 2007 publiqué este pequeño artículo que, según Blogger, no tuvo ni una sola visita. Por aquel entonces nos preocupaba la mala salud de hierro de Francisco Umbral. Hoy el mejor articulista de los últimos años ya no está entre nosotros pero quienes le leímos le recordamos; tal vez por eso, creo que se merece una segunda oportunidad:
EL SILENCIO DE UMBRAL
Y el verbo se hizo pólipo de benigna carne pero ya no habita entre nosotros porque esa transición de la salud a la enfermedad, de la vida con vicios al intestino viciado le tuvo a Umbral convaleciente y mudo, decumbente y furioso, el último verano.
Ahora aparece y desaparece como el Guadiana, su escritura es un tren con marcha a la vista porque todas las señales están en rojo y nadie sabe cuando llegará su próxima columna diaria.
No hablamos de su libro; nos preocupa su salud, el silencio de las teclas de su Olivetti, el silencio de su gata Loewe, el silencio de su vanidad.
Sin él, El Mundo está a medio vestir; es el periódico que, en estos dias de frios invernales, puede arropar a un pobre pero deja sin cobijo a un devoto de la última página .
Sin las palabras de Umbral, sin sus aciertos y elucubraciones, sin su verbo de miel y de hiel, sin su visión reformada y deformada de la realidad, sin sus recuerdos de niño republicano sin república, sin su genio, parece como si el día no avanzara, como si todo fuera un poco más triste y, por lo tanto, mucho más desolador.
Donde quieras que estés, en la cama o en medio de tus sueños, vuelve pronto.
Felipeángel (c)
Felipeángel (c)
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