Iba un cura un caminito alante. Y ya muy cansado, se sentó un rato al lado del camino para descansar. Y tuvo que hacer de cuerpo y se cagó. Como estaba muy cansado, iba pensando cómo podría hacerse con un caballo. En esto vio venir a un caballero con un caballo, y dice el cura:
-!Hombre, ya sé cómo engaño a este caballero!
Va y pone su sombrero encima de la mierda, y se está:
-!Quieto, canario! !Quieto, canario!
Cuando se acerca el caballero le pregunta:
-¿Qué tiene usted ahí?
-Un canario de mucho valor- dice el cura-. Y no sé qué voy a hacer. Necesito una jaula; pero no puedo dejar el sombrero solo porque se marchará el pájaro.
-Pues, nada, si usted quiere, le puedo dejar el caballo, y yo me quedo guardando el canario.
Se baja el caballero y monta el cura, y queda el caballero guardando el sombrero. Y después de estar esperando mucho rato, dice el hombre:
-Pues, a ver cómo es este pájaro.
Y diciendo:
-!Quieto, canario! !Quieto, canario!
Mete poco a poco una mano, y tocando una cosa rara y fea, saca de prisa la mano y con las prisas da de golpe contra una piedra. Desenrajó los dedos y con el dolor los mete en la boca, gritando:
-!Ay, ay."
Teodoro Sanz
Matamala, Segovia, 1936
O.C.
-!Hombre, ya sé cómo engaño a este caballero!
Va y pone su sombrero encima de la mierda, y se está:
-!Quieto, canario! !Quieto, canario!
Cuando se acerca el caballero le pregunta:
-¿Qué tiene usted ahí?
-Un canario de mucho valor- dice el cura-. Y no sé qué voy a hacer. Necesito una jaula; pero no puedo dejar el sombrero solo porque se marchará el pájaro.
-Pues, nada, si usted quiere, le puedo dejar el caballo, y yo me quedo guardando el canario.
Se baja el caballero y monta el cura, y queda el caballero guardando el sombrero. Y después de estar esperando mucho rato, dice el hombre:
-Pues, a ver cómo es este pájaro.
Y diciendo:
-!Quieto, canario! !Quieto, canario!
Mete poco a poco una mano, y tocando una cosa rara y fea, saca de prisa la mano y con las prisas da de golpe contra una piedra. Desenrajó los dedos y con el dolor los mete en la boca, gritando:
-!Ay, ay."
Teodoro Sanz
Matamala, Segovia, 1936
O.C.
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