Esta semana pasada el Ayuntamiento de Sevilla ha prohibido un acto de homenaje al escritor Agustín de Foxá por motivos ideológicos. Ha ocurrido en el centro cívico Tejar del Mellizo del barrio de Los Remedios.
La tropelía la llevó a cabo Josefa Medrano, concejala de Participación Ciudadana y miembra de Izquierda Unida, que alegó, para prohibirlo, que la reunión literaria podía derivar en "apología del franquismo".
Al Conde de Foxá se le puede acusar de muchas cosas: que fue falangista, que escribió parte de la letra del "Cara al sol", que siempre se sintió amigo de José Antonio, pero no creo que se pueda decir de él que era un mal escritor. Tal vez terminó siendo tan sectario como la señora concejala pero no lo creo; casi toda su vida fue diplomático. Ya decía Umbral que con buenos sentimientos no se hace literatura y de ésto, de literatura, es de lo que iban las charlas de Aquilino Duque y Antonio Rivero Taravillo.
Imaginemos que aplicamos el mismo criterio, el de la ideología o el de sus actos, a otros muchos autores; por ejemplo , a su amigo Rafael Alberti, tan querido por unos y por otros, por los stalinistas orgullosos de los 30 millones de personas que mataron como si nada, y por los demócratas de nuevo cuño, porque su llegada a Barajas, tras la muerte de Franco, fue un símbolo de la reconciliación nacional. ¿Van a quitar los mandamases de turno las subvenciones a su Fundación porque, no hace mucho, un espía reveló que, en plena guerra civil, el poeta "metía a los prisioneros en cabinas de teléfonos con las paredes electrificadas con alta tensión"?
Lo mismo podría decirse de Ernest Hemingway, tan apreciado por los regidores de la capital pamplonica. ¿Van a dejar de homenajearlo, Sanfermín tras Sanfermín, porque es público y notorio que, durante la Segunda Guerra Mundial, mató a 122 prisioneros nazis?
Que se sepa, Agustín de Foxá no mató a nadie pero a punto estuvieron los milicianos de matarlo a él. Dice Andrés Trapiello en su ensayo "Las armas y las letras":
"Su amistad con Alberti, Bergamín, Cernuda, Altolaguirre (su impresor) María Zambrano... le salvó, con toda seguridad, del paseo, y le otorgó la credibilidad necesaria. Pocas semanas antes, además, habían estado todos ellos en otro almuerzo que le dieron en su honor. Incluso sabemos que Lorca, en los últimos días de julio que pasó en Madrid le pidió consejo..." (pág. 64)
Estas amistades para la miembra del Ayuntamiento sevillano deben sonarle a herejía, pero se ve, en sus decisiones, que lee poco, porque si hubiera leído más y con buen criterio, a Giménez Caballero, por ejemplo, sabría que, antes de la guerra, los que terminaron significándose en un bando o en otro, entraban en la redacción de la Gaceta Literaria como Ernesto por su casa.
Por suerte para los lectores, aunque para desgracia de unos pocos que han echo de la Memoria Histórica su búnker particular, desde donde reparten ideología, el conde Agustín de Foxá escribió una de las mejores novelas sobre una guerra que tanto daño nos sigue haciendo, "Madrid de corte a checa", y poemas de una factura estimable. como "Trincheras del frente de Madrid" que, por lo que parece, aún ven algunos intransigentes en la capital sevillana. Que les hagan pensar sus primeros versos:
Una linea de tierra nos separa.
Pero estamos tan lejos...
Para llegar hasta vosotros, trenes,
rutas extrañas, playas extranjeras,
y sin embargo, hermanos enemigos
!Qué cerca nuestra sangre!, que aclararon
las mismas frutas, que encendieron, roja,
primaveras y labios parecidos....
13/ 10/ 09
Felipeángel
La tropelía la llevó a cabo Josefa Medrano, concejala de Participación Ciudadana y miembra de Izquierda Unida, que alegó, para prohibirlo, que la reunión literaria podía derivar en "apología del franquismo".
Al Conde de Foxá se le puede acusar de muchas cosas: que fue falangista, que escribió parte de la letra del "Cara al sol", que siempre se sintió amigo de José Antonio, pero no creo que se pueda decir de él que era un mal escritor. Tal vez terminó siendo tan sectario como la señora concejala pero no lo creo; casi toda su vida fue diplomático. Ya decía Umbral que con buenos sentimientos no se hace literatura y de ésto, de literatura, es de lo que iban las charlas de Aquilino Duque y Antonio Rivero Taravillo.
Imaginemos que aplicamos el mismo criterio, el de la ideología o el de sus actos, a otros muchos autores; por ejemplo , a su amigo Rafael Alberti, tan querido por unos y por otros, por los stalinistas orgullosos de los 30 millones de personas que mataron como si nada, y por los demócratas de nuevo cuño, porque su llegada a Barajas, tras la muerte de Franco, fue un símbolo de la reconciliación nacional. ¿Van a quitar los mandamases de turno las subvenciones a su Fundación porque, no hace mucho, un espía reveló que, en plena guerra civil, el poeta "metía a los prisioneros en cabinas de teléfonos con las paredes electrificadas con alta tensión"?
Lo mismo podría decirse de Ernest Hemingway, tan apreciado por los regidores de la capital pamplonica. ¿Van a dejar de homenajearlo, Sanfermín tras Sanfermín, porque es público y notorio que, durante la Segunda Guerra Mundial, mató a 122 prisioneros nazis?
Que se sepa, Agustín de Foxá no mató a nadie pero a punto estuvieron los milicianos de matarlo a él. Dice Andrés Trapiello en su ensayo "Las armas y las letras":
"Su amistad con Alberti, Bergamín, Cernuda, Altolaguirre (su impresor) María Zambrano... le salvó, con toda seguridad, del paseo, y le otorgó la credibilidad necesaria. Pocas semanas antes, además, habían estado todos ellos en otro almuerzo que le dieron en su honor. Incluso sabemos que Lorca, en los últimos días de julio que pasó en Madrid le pidió consejo..." (pág. 64)
Estas amistades para la miembra del Ayuntamiento sevillano deben sonarle a herejía, pero se ve, en sus decisiones, que lee poco, porque si hubiera leído más y con buen criterio, a Giménez Caballero, por ejemplo, sabría que, antes de la guerra, los que terminaron significándose en un bando o en otro, entraban en la redacción de la Gaceta Literaria como Ernesto por su casa.
Por suerte para los lectores, aunque para desgracia de unos pocos que han echo de la Memoria Histórica su búnker particular, desde donde reparten ideología, el conde Agustín de Foxá escribió una de las mejores novelas sobre una guerra que tanto daño nos sigue haciendo, "Madrid de corte a checa", y poemas de una factura estimable. como "Trincheras del frente de Madrid" que, por lo que parece, aún ven algunos intransigentes en la capital sevillana. Que les hagan pensar sus primeros versos:
Una linea de tierra nos separa.
Pero estamos tan lejos...
Para llegar hasta vosotros, trenes,
rutas extrañas, playas extranjeras,
y sin embargo, hermanos enemigos
!Qué cerca nuestra sangre!, que aclararon
las mismas frutas, que encendieron, roja,
primaveras y labios parecidos....
13/ 10/ 09
Felipeángel
No hay comentarios:
Publicar un comentario