Un clérigo, en una posada, comía un palomino, y otro pasajero rogábale que le admitiese a la parte, y lo pagaría. El capellán se excusó; el caminante comió su pan, y después dijo:
-Tan bien he comido yo al olor como vos al sabor.
Dijo el capellán:
-Si eso es, pagad vuestra parte.
El otro que no, él que sí. Pusieron por juez al sacristán del lugar, que se halló allí; él preguntó, y supo que el palomino había costado medio real, y hizo sacar al caminante un cuartillo, y sonóle encima de una mesa, y dijo:
-Reverendo, teneos por pagado del sonido, como este otro se tuvo por contento del olor.
Es relato tradicional en la España del Siglo de Oro.
( "Cuentos folklóricos en la España del Siglo de Oro", recopilados por Maxime Chevalier -Editorial Crítica- Grupo Editorial Grijalbo- Barcelona- 1983)
-Tan bien he comido yo al olor como vos al sabor.
Dijo el capellán:
-Si eso es, pagad vuestra parte.
El otro que no, él que sí. Pusieron por juez al sacristán del lugar, que se halló allí; él preguntó, y supo que el palomino había costado medio real, y hizo sacar al caminante un cuartillo, y sonóle encima de una mesa, y dijo:
-Reverendo, teneos por pagado del sonido, como este otro se tuvo por contento del olor.
Es relato tradicional en la España del Siglo de Oro.
( "Cuentos folklóricos en la España del Siglo de Oro", recopilados por Maxime Chevalier -Editorial Crítica- Grupo Editorial Grijalbo- Barcelona- 1983)
No hay comentarios:
Publicar un comentario