Estuve el domingo pasado viendo la película "Sherlock Holmes", del director británico Guy Ritchie, y salí del cine con dolor de cabeza. A ratos es brillante, hay escenas dignas de elogio pero, al final, me pareció larga y pesada.
El tema central del guión recuerda demasiado a los discursos de Franco sobre el contubernio judeo-masónico, y la amistad entre Sherlock y Watson nos trae, inevitablemente, a la memoria, la del doctor House con el doctor Wilson. Para terminar de joderla, el cineasta británico abusa del razonamiento deductivo de Holmes, que podía haber sido, con mesura, una de las mejores bazas del film, y nos presenta a un personaje que ni físicamente ni en su vestimenta recuerda, por ejemplo, al que interpretó con maestría Peter Cushing en "El perro de los Baskerville".
Yo creo que esta es una licencia que se puede permitir porque el detective más famoso de los últimos siglos ha vivido de añadidos y mixtificaciones desde 1887, año en el que supuestamente nació.
En la película no oímos en ningún momento su frase más célebre -"Elemental, mi querido Watson"- imprescindible en casi todas, aunque es conocido que sólo aparece en una historia corta, "El jorobado", incluída en "Las memorias de Sherlock Holmes". Si tenemos en cuenta que el "canon holmesiano" lo componen cuatro novelas y cincuenta y seis relatos, debemos pensar que engrandeció el cine una expresión que no tenía ninguna relevancia en los libros.
Su típica gorra es un añadido de Sidney Paget, dibujante de The Strand Magazine, y su pipa no es otra cosa que la ocurrencia de un actor, que la incorporó al personaje en una representación teatral.
Sin embargo, lo que más ha llamado la atención en los últimos años es la teoría de Rodger Garrick-Steel, según la cual el verdadero autor de "El perro de los Baskerville" no fue sir Arthur Conan Doyle sino el marido de su amante, Bertram Fletcher Robinson, un reportero del Daily Express, al que terminó plagiando y matando.
La Red está llena de noticias y comentarios sobre este tema, así que no hay mucho que decir. Prefiero enlazar algunas webs para que las visiten quienes se sientan interesados.
El tema central del guión recuerda demasiado a los discursos de Franco sobre el contubernio judeo-masónico, y la amistad entre Sherlock y Watson nos trae, inevitablemente, a la memoria, la del doctor House con el doctor Wilson. Para terminar de joderla, el cineasta británico abusa del razonamiento deductivo de Holmes, que podía haber sido, con mesura, una de las mejores bazas del film, y nos presenta a un personaje que ni físicamente ni en su vestimenta recuerda, por ejemplo, al que interpretó con maestría Peter Cushing en "El perro de los Baskerville".
Yo creo que esta es una licencia que se puede permitir porque el detective más famoso de los últimos siglos ha vivido de añadidos y mixtificaciones desde 1887, año en el que supuestamente nació.
En la película no oímos en ningún momento su frase más célebre -"Elemental, mi querido Watson"- imprescindible en casi todas, aunque es conocido que sólo aparece en una historia corta, "El jorobado", incluída en "Las memorias de Sherlock Holmes". Si tenemos en cuenta que el "canon holmesiano" lo componen cuatro novelas y cincuenta y seis relatos, debemos pensar que engrandeció el cine una expresión que no tenía ninguna relevancia en los libros.
Su típica gorra es un añadido de Sidney Paget, dibujante de The Strand Magazine, y su pipa no es otra cosa que la ocurrencia de un actor, que la incorporó al personaje en una representación teatral.
Sin embargo, lo que más ha llamado la atención en los últimos años es la teoría de Rodger Garrick-Steel, según la cual el verdadero autor de "El perro de los Baskerville" no fue sir Arthur Conan Doyle sino el marido de su amante, Bertram Fletcher Robinson, un reportero del Daily Express, al que terminó plagiando y matando.
La Red está llena de noticias y comentarios sobre este tema, así que no hay mucho que decir. Prefiero enlazar algunas webs para que las visiten quienes se sientan interesados.
Otro enigma literario es el T. Lobsang Rampa.
Yo leí algunos de sus libros en mis años de adolescencia pero, al final, me sentí más atraído por "Demian" o "El lobo estepario", de Herman Hesse, que por "El tercer ojo" o "El médico de Lahsa".
Sin embargo, al leerlos, me creí que estaba ante la obra de un monje tibetano de verdad, y resultó que, al final, era más falso que David Carradine en "Kung-Fu".
Lobsang Rampa se llamaba, en realidad, Cyril Henry Hoskin, un inglés nacido en Plympton el 8 de abril de 1910; no había estado nunca en el Tibet ni hablaba el idioma de sus ciudadanos.
Si, en lugar de su biografía, hubiera escrito una historia de ficción de un lama budista, no habría controversia, como nunca la ha habido con Emilio Salgari al crear su personaje Sandokan sin haber pisado la Indía, ni Borneo, ni Malasia.
Lo que la hace creíble es que hable de sí mismo y narre experiencias que, probablemente, nunca tuvo y que sacó !vaya usted a saber! de qué viejos y escondidos libros.
Un enlace que cuenta con bastante detalle toda su historia y sus contradicciones es éste.
Felipeángel (c)
Yo leí algunos de sus libros en mis años de adolescencia pero, al final, me sentí más atraído por "Demian" o "El lobo estepario", de Herman Hesse, que por "El tercer ojo" o "El médico de Lahsa".
Sin embargo, al leerlos, me creí que estaba ante la obra de un monje tibetano de verdad, y resultó que, al final, era más falso que David Carradine en "Kung-Fu".
Lobsang Rampa se llamaba, en realidad, Cyril Henry Hoskin, un inglés nacido en Plympton el 8 de abril de 1910; no había estado nunca en el Tibet ni hablaba el idioma de sus ciudadanos.
Si, en lugar de su biografía, hubiera escrito una historia de ficción de un lama budista, no habría controversia, como nunca la ha habido con Emilio Salgari al crear su personaje Sandokan sin haber pisado la Indía, ni Borneo, ni Malasia.
Lo que la hace creíble es que hable de sí mismo y narre experiencias que, probablemente, nunca tuvo y que sacó !vaya usted a saber! de qué viejos y escondidos libros.
Un enlace que cuenta con bastante detalle toda su historia y sus contradicciones es éste.
Felipeángel (c)
2 comentarios:
Querido Angel: Servidor también fue un ávido devorador de libros de Lobsang Rampa. De hecho la portada que publicas es exactamente la misma portada o edición de mi volumen del!El Tercer ojo". En su dia me meti a fondo en viajes astrales, cordones de plata y galletas con té, destacando a mi gusto el libro que reseñas junto con "Usted y la Eternidad" y "La túnica azafrán".
Realente él decía que era un tibetano en el cuerpo de un británico que ya no queria vivir y lo explica en uno de sus libros, el más "autobiográfico". Cuando me hice más mayor y adquirí conciencia social e ideología marxista me molestó sobremanera la propaganda anticomunista de este señor y me pareció tan sesgado y parcial como las peliculas que se hacen ahora en plan victimista sobre el Tibet.
Pero sus libros son especiales, son mágicos y puedes creerlos o no. A veces merece la pena observar cosas así, sobre todo los que no tenemos ningún dios.
Un abrazo,
Al leer tu comentario me he dado cuenta de que he cometido una errata en una de las etiquetas de la entrada. He escrito "literartura" en lugar de "literatura".
Yo ya no conservo ningún libro de Lobsang Rampa ni de teoría marxista, salvo los de Groucho Marx, porque ya no forman parte del presente sino de los tiempos de la "literartura" de otros años.
La entrada, de todos modos, va dirigida a una compañera que me comentó que su tía quiere que lea los libros de este autor para cuando esté preparada.
Desde aquí la digo, si me está leyendo, que no pierda el tiempo y busque libros de mayor interés.
Un abrazo.
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