JAN STEEN: "El doctor y su paciente"
El codico me arde, madre;
madre mía, el codo me arde.
El pie en una estaca
topando ayer tarde,
me di un tropezón
que al suelo acabase;
en mitad del codo
fue el golpe tan grande
que llegó la vista
a despabilarse;
como una estocada
pudiera pasarme,
a no estar las sayas
hasta los ijares.
Madre mía, el codo me arde.
Búsqueme, señora,
emplastos y naves,
y hálleme un médico
para que me sane;
ponga cosas tiesas
con que se me ablande,
que yo no hago caso
de las flojedades;
sáqueme el bustillo
dentre aquesos naipes,
que puede sin duda
él solo sanarme.
Madre mía, el codo me arde.
No diga al vecino
que acá se nos pase,
porque no entretenga
con dos disparates,
mire que es un hombre
que de todo sabe,
algibrista bravo,
médico del arte,
que tiene la mano
tan hecha a desastres
que quita dolores
solo en un instante.
Madre mía, el codo me arde.
Si desto no gusta,
tráigase acá un fraile,
mire que deseo
mucho confesarme,
que de un cordón
milagros bastantes
se han visto en mujeres
llegando a tocarle;
podrá ser que pueda
esto mitigarse,
si no es que el hisopo
del cura lo aplaque.
Madre mía, el codo me arde.
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