Baltasar del Alcázar
EPIGRAMA XLIII
Magdalena me picó
con un alfiler un dedo;
díjele: Picado quedo;
pero ya lo estaba yo.
Rióse, y con su cordura
acudió al remedio presto:
chupóme el dedo, y con esto
sané de la picadura.
viernes, marzo 28, 2008
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