LOS SERES INVISIBLES
Unos son mágicos y otros, no.
Tan difícil es querer ver a los seres que se ocultan de nuestra mirada como no querer ver a quienes pasan desapercibidos a nuestro lado. Es un ejercicio de despotismo que requiere su tiempo; sobre todo si se paga por él.
Se lo oí decir a Fernando Fernán-Gómez, caracterizado como Don Pedro en “La mitad del cielo”, la hermosísima película de Manuel Gutiérrez Aragón, donde los seres visibles e invisibles van y vienen como el paso de las estaciones, y a uno de esos ministros que, en plena Transición, entró por una puerta vestido de franquista y salió por la otra con terno de demócrata.
Aquel Don Pedro, Jefe de Abastos de la ciudad de Madrid, ”alcohólico, idiotizado y podrido”, come en un restaurante con Rosa, su ama de cría, y ella le dice, avergonzada, mientras les sirven: “Los camareros nos miran” y él responde: “¿Qué camareros? Aquí estamos solos tú y yo. Los camareros no existen”.
Eso mismo debieron pensar el Ministerio de Sanidad y Consumo, las Consejerías correspondientes de las Comunidades Autónomas y los Sindicatos del Sector de Hostelería cuando, hace un año, entró en vigor
1º.- Se reconoce el derecho a la protección de la salud.
2º.- Compete a los poderes públicos organizar y tutelar la salud pública a través de medidas preventivas y de las prestaciones y servicios necesarios.
Y que, por lo tanto, el prodigio de su invisibilidad les vuelve inmunes ante el cáncer de pulmón o ante cualquier otro mal relacionado con un “consumo pasivo o involuntario de tabaco”.
Tan dañina es una Ley a medias como una verdad a medias. Un año después de su entrada en vigor,
Decía Séneca que “Lo que las leyes no prohíben, puede prohibirlo la honestidad”, pero también que “Los hábitos privados se convierten en costumbres públicas”.
No diré que los Sindicatos no sean honestos pero, sinceramente, creo que no han estado a la altura de las circunstancias en un caso tan claro de discriminación. Si en el resto de los centros de trabajo no se puede fumar, en los bares y restaurantes de menos de cien metros cuadrados, tampoco. Aún están a tiempo de dar la cara si es que aún creen que son sus representantes laborales y, de paso, no vendría mal que esta costumbre pública vuelva y se quede en su ámbito privado.
18/12/06
(Actualización 18/2/2019.- Ayer todos los medios de comunicación se hicieron eco de un estudio del Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo sobre las "partículas finas respirables" que se han medido en los locales de hostelería. Lo han llevado a cabo Rodrigo Córdoba, portavoz del Comité, y las profesoras de la Universidad de Zaragoza, Carmen Alayeto e Isabel Nerín.
Eligieron para su análisis 111 establecimientos hosteleros, de la capital aragonesa, desde cafés, bares y restaurantes donde se podía fumar hasta pubs y clubs nocturnos, y llegaron a la conclusión de que, dado el alto nivel de contaminación por partículas tóxicas en suspensión, las personas más perjudicadas por el tabaquismo pasivo son los trabajadores de la hostelería.
Sus datos no pueden ser más terribles y alarmantes, pues estiman que son 1000 los trabajadores de la hostelería que mueren cada año, víctimas del tabaquismo pasivo.
Una ampliación de la noticia puede leerse aquí, aquí, y aquí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario