jueves, mayo 07, 2009

"TEORÍA MACHADIANA DEL EURO"

Durante los años de bonanza económica Baltasar Gracían se puso de moda entre los yuppies y los ejecutivos norteamericanos; tanto caló entre ellos las enseñanzas de su "Oráculo manual y arte de prudencia" que llegaron a venderse más de 200.000 ejemplares del libro. Estos jóvenes emprendedores tal vez se volvieron más sabios que avariciosos mientras manejaban acciones basura y concedían hipotecas subprime, pero lo que es indudable es que no fueron, ni mucho menos, prudentes. Si hubieran puesto en práctica algunos de los sabios consejos que Don Baltasar escribió para admiración y aplauso de todos los censores previos, muy posiblemente no estariamos inmersos en esta bacanal de ruina, incertudumbre y desconfianza.
Otra cosa es el orígen del euro, uno de los timos mejor perpetrados de la historia moderna. Yo tengo la teoría de que procede de unos versos de Antonio Machado. Don Antonio siempre ha dado mucho juego; unas veces como letrista de conocidos cantantes, y otras como inspirador de jóvenes políticos, que ya no lo son tanto. Parecía olvidado para los economistas hasta que uno, o varios, se dieron cuenta que el negocio no estaba en engañar a unos cuantos pardillos sino a los habitantes de casi toda Europa. La clave, sencilla pero eficaz, estaba guardada en el sacrosanto cofre de la obra machadiana; se trata de un conocido pareado que dice:

Es de necios confundir valor y precio.

Con la entrada del euro se confundió el valor y el precio de las cosas de una manera exagerada; se nos dijo que comenzaríamos a cambiar el chip de la conversión de pesetas en euros en poco tiempo, pero seguimos igual; nos desenvolvemos mas o menos bien con cantidades pequeñas pero se nos escampan las grandes, y así y con todo, es innegable que el redondeo y otros prácticas mercantiles, han encarecido los productos y no valen lo que cuestan sino mucho más. Sin gran esfuerzo por su parte, y con la anuencia de casi todos los gobiernos europeos, convirtieron a una sociedad inteligente, que sabía el valor y el precio de las cosas, en una sociedad idiotizada, dispuesta a pagar lo que sea, sin plantearse si lo que se compra vale su precio o no. Ahora vemos las consecuencias.
Nada más entrar el euro en vigor consiguieron su primera victoria psicológica: si era millonario el que tenía un millón de pesetas, con la nueva moneda dejaba de serlo. Ahora sólo se puede llamar millonario al que tiene, al menos, un millón de euros.
Poco más tarde consiguieron la segunda: fue tal el caos mental en el que nos metieron de buenas a primeras que los comerciantes avispados comenzaron a redondear los precios y lo que antes valía 100 pesetas comenzó a costar un euro.
La tercera, por tanto, y la más importante, fue que ya no se podía llevar en la cartera el dinero habitual para nuestros gastos sino mucho más, aunque pareciera menos; de modo que nos habituamos a pagar unos precios abusivos por cosas que de ningura manera hubiéramos pagado en pesetas, y al entrar en esta dinámica inflacionista, confundidos entre el mismo valor y el diferente precio de las mismas cosas, nos hemos vuelto cada vez más pobres, menos sabios y más necios.
Si todo ésto se hubiera limitado a los productos de la vida diaría, tal vez hubiéramos salido adelante con una justa y conveniente subida de los salarios, pero al inflarse, sin ningún control, el precio de los pisos, es cuando hemos perdido el norte, sin pararnos a pensar si lo que estábamos dispuestos a pagar en euros, que no teníamos, lo habríamos pagado en pesetas. Yo creo que no; que con la peseta nunca habrían llegado los pisos a costar lo que ahora cuestan y, de haberlo hecho, muy poca gente se habría atrevido a comprarlos.
La consecuencia de todo ésto es clara: los ricos son cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres; los bancos y las cajas se olvidaron de los ahorradores mientras hacían su negocio subiendo las comisiones y vendiendo a otros clientes hipotecas a 30 años. Ahora piden y consiguen de los gobiernos el dinero que no pueden recuperar; se están haciendo con un gran número de pisos a un precio de embargo, y están comenzando a crear sus propias sociedades inmobiliarias para darles salida.
Decía Gracián que "la reflexión en el proceder es gran ventaja en el obrar". Aquellos que implantaron el euro reflexionaron bien cuáles eran sus intereses y supieron crear los mecanismos psicológicos adecuados para que la sociedad a la que iba dirigido reflexionara poco y obrara necia y alegremente. Así nos va.

Felipeángel (c) 7/5/09

No hay comentarios: