"Siendo mayor el gasto que las rentas del arzobispo Don Pedro Carrillo, le propuso un mayordomo despedir los empleados y dependientes más innecesarios, a fin de nivelar el ingreso con la salida. Al efecto hizo dos listas: una de los que debían conservar su empleo, y otra de los que debían ser despedidos.
El arzobispo reunió a toda su familia y les dijo:
-Hijos míos: para disminuir los gastos de mi casa, que parece que son ya mayores que mis rentas, me proponen que despida a los criados que no me son necesarios.
Enseguida leyó el secretario las dos listas.
-Los primeros, ya veis, hijos míos, que no puedo despedirlos, puesto que los necesito.
-Es cierto, es cierto -contestaron todos a coro.
-En cuanto a los segundos...
-Nos marcharemos contentos, ilustrísimo señor -dijo uno en nombre de todos-, porque la reforma es justa.
-!No, hijos míos! Conservo a los primeros, porque los necesito yo; y me quedo con los segundos, porque me necesitan a mí."
El arzobispo reunió a toda su familia y les dijo:
-Hijos míos: para disminuir los gastos de mi casa, que parece que son ya mayores que mis rentas, me proponen que despida a los criados que no me son necesarios.
Enseguida leyó el secretario las dos listas.
-Los primeros, ya veis, hijos míos, que no puedo despedirlos, puesto que los necesito.
-Es cierto, es cierto -contestaron todos a coro.
-En cuanto a los segundos...
-Nos marcharemos contentos, ilustrísimo señor -dijo uno en nombre de todos-, porque la reforma es justa.
-!No, hijos míos! Conservo a los primeros, porque los necesito yo; y me quedo con los segundos, porque me necesitan a mí."
(MANUEL DEL PALACIO- "Museo cómico")
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