Estamos que nos caemos pero, a veces, nos levantamos; sobre todo, las mujeres; las mujeres españolas han demostrado su valía deportiva en los Juegos Olímpicos de Londres; lo han hecho en disciplinas minoritarias que, a lo largo del año, no suelen acaparar las portadas ni los titulares de los grandes periódicos, y han conseguido un buen puñado de medallas disputando cara a cara con las mejores del mundo.
Si hiciéramos un paralelismo con el mundo empresarial, diría que las mujeres son las pymes de nuestra sociedad. Mientras las grandes empresas, que podemos identificar con el fútbol o con las más exclusivas carreras atléticas, caían en picado a las primeras de cambio, las pymes se han mantenido, a pesar de su falta de crédito, de su limitado nivel de negocio y de su preparación casera, en lo más alto, gracias a su esfuerzo, su valentía y su capacidad de sacrificio. Mañana, probablemente, la vida seguirá igual; muchos de los nombres que han sonado insistentemente por televisión los olvidaremos pero nos quedará ese paso adelante que han dado las mujeres en este país que es uno más a añadir a todos los pasos que han dado desde hace más de treinta años para conseguir su igualdad con los hombres, sus justos derechos y su emancipación.
Todos, por tanto, debemos sentirnos orgullosos; tenemos una generación de deportistas irrepetibles, que nos han dado el mejor ejemplo de que quien quiere puede; la mujer española se ha subido a lo más alto del podium pero se ha puesto también a la cabeza de este país que no termina de encontrar su rumbo. Ellas son la punta del iceberg pero debajo hay una gran masa de mujeres anónimas que compaginan el duro trabajo con las labores domésticas para sacar adelante a sus familias; mujeres fuertes y decididas que luchan, se esfuerzan y no se rinden ante la adversidad; mujeres capacitadas para cualquier labor en el el mundo del trabajo; mujeres independientes que estudian y se forjan un futuro codo con codo con los hombres; mujeres que deciden por sí mismas sobre su cuerpo, su vida y sus aspiraciones.
A pesar de no tener contratos millonarios, subvenciones de grandes patrocinadores, ni jugosas recompensas publicitarias, estas mujeres-pymes han logrado hacerse un hueco en el mundo a base de imaginación, creatividad y constancia. El brillo de sus medallas es el resplandor de su éxito, el rayo de luz que ilumina el sueño colectivo, la estrella polar que nos indica el rumbo en el proceloso mar de la incertidumbre. ¡Enhorabuena por vuestros triunfos, por vuestras sonrisas, por ese reguero de felicidad con el que habéis inundado nuestros corazones!
Felipeángel (c)
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