Cuentan que el doctor Breñales
inventó cierto específico
que era un remedio magnífico
contra los más fieros males,
pudiéndose asegurar
que tan plausible invención
causó una revolución
en el arte de curar;
porque, según él decía
en un anuncio sencillo,
lo mismo que el tabardillo
curaba la pulmonía,
y que en la farmacopea
nacional, aunque copiosa,
no había existido cosa
igual a su panacea.
"¡Se acabaron las neuralgias,
la diabetes, la nefritis,
los cólicos, las bronquitis,
las dispepsias, las gastralgias...!"
Así afirmaba Breñales
alabando a su específico,
que era un remedio magnífico
contra los más fieros males.
Creyó el público el mejor
el específico aquél,
y, ¡es claro!, acudió en tropel
a casa del inventor;
y fue tan extraordinario
el éxito y tan pasmoso,
que aquel doctor venturoso
llegó a hacerse millonario.
..............
Pues bien: dispuso la suerte
que aquél célebre doctor
en el lecho del dolor
cayese herido de muerte.
Y como no había espera,
sus parientes y allegados,
llorosos y acongojados,
le hablaron de esta manera:
-Tu estado es muy peligroso,
y si es que aprecias tu vida,
debes tomar en seguida
tu específico famoso.
-¿Mi específico?... ¡No quiero!
-Sí; con él te curarás.
-¿Mi específico?... ¡Jamás!
¡La salud es lo primero!
BUEN HUMOR.- 5 de agosto de 1923
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