Que cambie el Real Madrid, de una vez, la letra de su himno; ahí no vemos caballeros del honor ni cosa que se les parezca; tan sólo un grupo de macarras que no paran de dañar la imagen del club; un día es Pepe quien se comporta como un energúmeno; otro día es Marcelo quien pierde los papeles, y siempre Sergio Ramos y José Mourinho los que dan la nota, a base de patadas, malos gestos, insultos, salidas de tono e imprecaciones. De nada sirve que, cada año, el club se gaste millones de euros en campañas de imagen; Sergio Ramos no es el andaluz gracioso que no sabe hablar inglés sino el matón del patio del colegio, que mete un dedo en el ojo al más infeliz de la escuela e insulta al maestro cuando intenta poner orden; así no se puede ir por la vida, aunque se sea un chico privilegiado en medio de la crisis general; si se trata de dar ejemplo, es un mal ejemplo; luego dicen las estadísticas que el 50% de los jóvenes españoles están a favor de la violencia; hay quien lo atribuye a Internet, al uso abusivo de los móviles, a las series televisivas, y nadie se para a pensar que también el fútbol y el comportamiento de los futbolistas es el espejo en donde se miran muchos de ellos; un espejo tan deformante como el de José Mourinho, que no parece portugués sino argentino, pues vale menos de lo que dice que vale, pero ha sido capaz de venderle al Real Madrid todo lo contrario. Al final se verá que han hecho un pésimo negocio y que no es rentable una persona que busca continuamente el enfrentamiento con los medios de comunicación y con los aficionados. Ayer nos enteramos de que protagonizó un serio incidente con un madridista de Parla en un Centro Comercial de Majadahonda. El aficionado denunció ante la Guardia Civil que había sido agredido por el entrenador y por sus guardaespaldas. El macarrismo se ha apoderado del Real Madrid y, en vez de victorias, reparte malos modos, violencia y frustración.
Felipeángel (c)
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