Se puede vivir sin Papa, sin Rey, sin partidos políticos; incluso, sin televisión; se pasa uno una semana sin tener noticias del mundo y cuando el mundo se presenta ante los ojos de uno, se da cuenta de que nada ha cambiado sustancialmente a pesar de que todo parezca que cambia una barbaridad. Ni son buenas las gerontocracias con achaques ni las partitocracias con corrupciones. Dicen que el poder reside en el pueblo, pero el pueblo solo oye, sufre y protesta. Las enfermedades de los líderes no son las enfermedades de los pueblos. Un peregrino se va a un retiro de lujo y este acto lo ponderan de grandioso y ejemplar. Sin duda es un gran paso para una Iglesia que se humaniza, porque conoció peores tiempos en que a los papas los retiraban con una poción de veneno. Ahora toca apostar por el cambio, por la apertura católica, por las nuevas ideas, por un espíritu joven, abierto y emprendedor. Ahora toca apagar la televisión, doblar el periódico, desenchufar la radio, para no aturdirnos. Que el mundo gire hasta que nuestras vidas coincidan con lo mejor que nos proponen quienes mandan; mientras no sea así, todo esto no será más que ruido, fuegos de artificio, triquitraques y trampantojos para encubrir las fisuras del poder, el mal estado de sus estructuras, la podredumbre de sus edificios milenarios.
Felipeángel (c)
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