Decía Juan Ramón Jiménez: "Para leer mucho, comprar poco".
Yo no sé si el poeta de Moguer era muy asiduo de las bibliotecas públicas. Me temo que no, pero su aforismo tiene parte de razón.
Yo no sé si el poeta de Moguer era muy asiduo de las bibliotecas públicas. Me temo que no, pero su aforismo tiene parte de razón.
Ser lector de libros prestados te obliga a leerlos en un tiempo determinado. Las bibliotecas municipales te dan quince días con la posibilidad de renovar, incluso por teléfono, otros quince. Las bibliotecas regionales, un mes.
Cuando busco un libro reciente, voy a las municipales. Si me interesa uno más viejo, me acerco a las regionales. Sin embargo, resulta difícil encontrar un libro recién publicado. Es lo malo que tiene el aforismo de JRJ. Así que, de cuando en cuando, hay que comprar esa novela que reclama nuestro interés o ese libro de versos de un autor que aún nos emociona o el grueso volumen de un periodista que nos revela los misterios de la política nacional.
Ahora estoy con el tomo octavo de los Diarios de Andrés Trapiello, titulado "Los hemisferios de Magdeburgo".
Para empezar a leerlos conviene, creo yo, haber leído antes algunos de sus libros. De ese modo resulta más atractivo descubrir cómo los ha ido escribiendo, el largo camino que tuvo que recorrer cuando no le conocía nadie, las intrigas y los mamoneos que se esconden detrás de algunos premios literarios, etc, etc.
Otra de las cosas que todo el mundo le pregunta en los foros de Internet es sobre las X que esconden los nombres de personajes y personajillos del panorama literario, artístico y editorial español. Algunos son fáciles de descubrir. Basta con orientarse un poco con los datos que da. Otros, no.
De este nuevo tomo de su "Salón de los pasos perdidos" llevo leídas unas cien páginas. Como siempre, empieza con las navidades en Las Viñas, sus paseos por Trujillo y , otra vez, la vida diaria, siendo el punto de partida, su casa de Conde de Xiquena.
Vivir en Conde de Xiquena debe dar cierto empaque, como una impronta aristocrática de niño progre y clasista, sino no se entiende muy bien su desprecio a barrios obreros como Moratalaz:
"Las ventanas de los edificios estaban casi todas iluminadas. No son casas sino edificios, cuadrados, como cajas de cartón, de doce o trece pisos y con más de trescientas ventanas cada uno de ellos, unas al lado de otras, como perforaciones de una tarjeta de computadora. Cada uno de esos pisos tenía una terraza minúscula, que algunos habían aprovechado para habilitar en ella una habitación más, cubicándola con aluminio y cristal. Esta divertida anomalía arquitectónica adornaba los edificios con un simpático chapucerismo..."
y así, diez o doce líneas más.
"Las ventanas de los edificios estaban casi todas iluminadas. No son casas sino edificios, cuadrados, como cajas de cartón, de doce o trece pisos y con más de trescientas ventanas cada uno de ellos, unas al lado de otras, como perforaciones de una tarjeta de computadora. Cada uno de esos pisos tenía una terraza minúscula, que algunos habían aprovechado para habilitar en ella una habitación más, cubicándola con aluminio y cristal. Esta divertida anomalía arquitectónica adornaba los edificios con un simpático chapucerismo..."
y así, diez o doce líneas más.
Me gusta Trapiello; lo que escribe lo leo con interés; incluso lo que escriben otros sobre él, también. Y, la verdad, no sale muy favorecido.
Felipeángel (c)
Felipeángel (c)
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