Este artículo lo escribí el 15 de enero de 1998 y lo publicó "Vicálvaro Informativo", en el número correspondiente al mes de marzo del mismo año.
Transcurrida una década, uno tiene la impresión de que, aunque se han dado pasos importantes para erradicar esta lacra social, el problema de la violencia doméstica sigue siendo uno de los grandes asuntos sin resolver.
Transcurrida una década, uno tiene la impresión de que, aunque se han dado pasos importantes para erradicar esta lacra social, el problema de la violencia doméstica sigue siendo uno de los grandes asuntos sin resolver.
!BASTA YA!
Hay un terrorismo que no es nuevo, que tiene su orígen en leyes anacrónicas y comportamientos ancestrales.Desde siempre se escondió en el tupido velo de las expresiones políticamente correctas para no herir la sensibilidad de los verdugos pero hoy ya se le empieza a llamar por su propio nombre de pila.
Es un terrorismo que no huele a amonal ni a tiro en la nuca sino a alpargata y vinazo, a mocasines de marca, fútbol los domingos y aires de machote. Es un terrorismo nocturno y de duermevela, cercano y por cojones. Es un terrorismo que no busca notoriedad ni persigue fines políticos, pero tiene su fuente y su vianda, su dolor y su fracaso.
Como todo acto ruín comenzó alimentándose de buenos propósitos. Es su justificación lo que lo envilece, su coartada lo que le vuelve irrespirable.
Es un terrorismo que no mina los cimientos del Estado pero rompe, con su sangrienta reiteración, los lazos de la convivencia pacífica; es un terrorismo de aquí te pillo y aquí te mato, con connotaciones sexuales o sin ellas, aquí paz y después gloria, bendecido y oculto como un mal menor de esta sociedad; un terrorismo donde la víctima conoce al asesino, le limpia los zapatos, le plancha la corbata, le da de comer, le lava la ropa o le amansa mientras transcurren los días y las noches, una detrás de otra, con los ojos abiertos en la almohada del lecho conyugal y los relejes del miedo marcados en el cogote como una sombra o una premonición.
Es un terrorismo de puertas adentro, trasnochado y consentido, que mancha el otro lado de nuestro tabique, la escalera comunal y su penumbra, un asunto interno, en abyecta expresión de los políticos refiriéndose a terceros países con conflictos; cosas de familia donde es mejor no meterse salvo que se acabe en el juzgado o en el cementerio.
Contra este terrorismo se adopta, como única medida, la represión y, hasta ahora, que se sepa, no se habla de consenso, ni de Mesa de Madrid, ni de protección a las personas amenazadas de muerte.
Contra estos terroristas de paliza y cuchilla barbera, contra esta lacra que pervive en todas las clases sociales, hay que decir también: !BASTA YA!
Es un terrorismo que no huele a amonal ni a tiro en la nuca sino a alpargata y vinazo, a mocasines de marca, fútbol los domingos y aires de machote. Es un terrorismo nocturno y de duermevela, cercano y por cojones. Es un terrorismo que no busca notoriedad ni persigue fines políticos, pero tiene su fuente y su vianda, su dolor y su fracaso.
Como todo acto ruín comenzó alimentándose de buenos propósitos. Es su justificación lo que lo envilece, su coartada lo que le vuelve irrespirable.
Es un terrorismo que no mina los cimientos del Estado pero rompe, con su sangrienta reiteración, los lazos de la convivencia pacífica; es un terrorismo de aquí te pillo y aquí te mato, con connotaciones sexuales o sin ellas, aquí paz y después gloria, bendecido y oculto como un mal menor de esta sociedad; un terrorismo donde la víctima conoce al asesino, le limpia los zapatos, le plancha la corbata, le da de comer, le lava la ropa o le amansa mientras transcurren los días y las noches, una detrás de otra, con los ojos abiertos en la almohada del lecho conyugal y los relejes del miedo marcados en el cogote como una sombra o una premonición.
Es un terrorismo de puertas adentro, trasnochado y consentido, que mancha el otro lado de nuestro tabique, la escalera comunal y su penumbra, un asunto interno, en abyecta expresión de los políticos refiriéndose a terceros países con conflictos; cosas de familia donde es mejor no meterse salvo que se acabe en el juzgado o en el cementerio.
Contra este terrorismo se adopta, como única medida, la represión y, hasta ahora, que se sepa, no se habla de consenso, ni de Mesa de Madrid, ni de protección a las personas amenazadas de muerte.
Contra estos terroristas de paliza y cuchilla barbera, contra esta lacra que pervive en todas las clases sociales, hay que decir también: !BASTA YA!
Felipeángel(c)
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