Confianza. ¡Ay, la confianza! Dicen que donde hay confianza da asco. El dicho no se refiere a la que uno da sino a la que los demás se toman, y ha sido tanta la que tantos se han tomado, que gran parte de la sociedad desconfía. "¡Hay que recuperar la confianza!", dice el banquero que se ha dedicado a ofrecer preferentes y bonos basura a unos clientes confiados; "¡Lo importante es volver a recuperar cuanto antes la confianza!", claman los comerciantes que vendieron, a sabiendas o no, carne de caballo como si fuera de ternera; "Hay que recuperar la esperanza y la confianza en nosotros mismos y en España", sentencia el rey, mientras pierde la esperanza y la confianza en que lo de su yerno se arregle cuanto antes; "hay que regenerar la actividad política para recuperar la confianza ciudadana en las instituciones", proclaman en el PP, mientras espías y corruptos van creando una sensación de vacío en nuestros cimientos democráticos.
Tecleo estas dos voces en Google, confianza y democracia, y la primera me da 147 millones de resultados, y la segunda, 78.200.000. Valoramos, por tanto, más una cosa que otra; sin confianza la vida en pareja se hace insoportable, y la vida en sociedad también. Lo que uno no sabe es si la confianza que se reclama es la de los corderos para que sigan sacando tajada los lobos, o la mutua confianza en que las cosas van a empezar a hacerse de otra manera; porque si la confianza que solicitan los mercados es la de seguir haciendo sus sucios negocios, al amparo de las decisiones políticas, desconfiemos; si la confianza que nos piden los políticos es la del voto para seguir gobernando la fonda como si fuera un restaurante de cuatro tenedores, desconfiemos; si la confianza es la que quiere el carnicero para seguir dándote gato por liebre, desconfiemos, desconfiemos, desconfiemos. ¡Oh, confianza, cuántos crímenes se cometen en tu nombre!
Felipeángel (c)
No hay comentarios:
Publicar un comentario