El camino de la flecha estuvo antes en el ojo y en la mente del arquero; Valle-Inclán y su Lámpara Maravillosa nos ayudan a desbrozar el tupido barranco de las sombras; acierta cuando dice que el arquero imagina una linea recta para sus ideas torcidas; ilumina nuestras ansias de saber poniendo el foco en quien tensa el arco como un balance bancario entre las dos primeras letras del alfabeto. Aunque algunos ya la ven en la diana, la saeta incorrupta de la verdad, la que todos creen que apunta en una sola dirección, aún no ha llegado a su destino; le salen al paso vientos contrarios, rachas de imprevisibles mentiras, la espesura de una abigarrada cantidad de artículos y declaraciones que intentan parar o torcer su trayectoria; en la mente de quien la lanzó está el objetivo; donde puso el ojo quiso poner el venablo; ahora estamos en un momento de incertidumbre, aquel en el que Zenón de Elea presentía que la flecha que vuela hacia su blanco está inmóvil; toda la sociedad democrática espera su acierto o su fracaso porque piensa que, si acierta, el golpe certero sobre la corrupción nos redimirá a todos, abrirá la vía para ver la luz de un futuro esperanzador y, si falla, nos enterrará aun más en la crisis, que no solo es económica, sino también de valores. Pasarán -nos dice Valle- áridos los días, caravana de deseos, desiertos de sed... Ya no vivimos sobre un lecho de rosas. Se acabó el Spanish Beauty. Ahora estamos en el fango. Solo nos queda caminar sobre él en la noche oscura, vacíos y desasosegados, hasta que la flecha alcance su diana, el esperado círculo de nuestra resurrección.
Felipeángel (c)
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