Hace cincuenta años que murió Humphrey Bogart de un cáncer de esófago. Era la clase de tipo que a las ministras de este Gobierno no les caería bien, pero Woody Allen lo escogió para que le enseñara a seducir a las mujeres. Fumador y alcóholico empedernido, como tantos otros actores del Star System, se le iba, de vez en cuando la mano y pegaba a sus esposas, al menos a la penúltima, Mayo Methot, lo normal, como diría un maltratador de los de ahora.
Sin embargo, todo este currículum no le impide ser uno de los personajes del siglo XX y uno de los mejores actores de la época dorada de Hollywood.
Daba muy bien el perfil de gánster; era sarcástico, a veces locuaz, siempre duro y, en ocasiones, romántico. Con cincuenta años tuvo en sus brazos mujeres mucho más jóvenes que él y, aunque la boca le oliera a nicotina y a whisky, ninguna, que se sepa, se quejó cuando las besaba con el mismo ímpetu que cuando le metía a un matón la pistola en los riñones.
No sé si está mejor en blanco y negro o en color; da igual, siempre salió airoso y muchas de sus películas son hoy iconos del séptimo arte.
Entre todas, yo siempre me quedaré con "La Reina de Africa". Que otros se queden con París.
Felipeángel (c)
Felipeángel (c)
No hay comentarios:
Publicar un comentario